El anecdotario de la jornada de este domingo no fue tan rico como los primeros años de democracia. Nadie pidió votar por Franco, ni se vieron muchas monjitas repartiéndole papeletas a los viejitos. Pero hay cosas que contar, como que la Delegación del Gobierno ordenara a la Guardia Civil enviar uno de sus helicópteros a las ocho de la noche a la isla de La Graciosa. El estado de la mar impedía trasladar los votos por vía marítima, y era necesario tener las papeletas en poder de la Junta Electoral en tiempo y forma.