La mañana empezó accidentada. La juez que debía celebrar el juicio sobre el caso chalet, María Teresa Durán, tuvo que abandonar la isla por asuntos familiares y le sustituyó el magistrado Javier García García-Sotoca, decano de los jueces de Las Palmas de Gran Canaria y famoso por haber sido el instructor del caso Faycán. Quizás pueda decirse que no era Sotoca el único que no debía estar allí: los acusados ?por injurias y calumnias- eran dos periodistas en lugar de los protagonistas de una de las trapisondas más sonadas de cuantas han jalonado la actualidad político-empresarial de los últimos años en Canarias. Pero todos los actores, o casi todos, o al menos los que saben un montón de aquellos episodios del estanque de los tiburones, pasaron esa mañana del martes por la sala de vistas del Juzgado de lo Penal 2 de Las Palmas de Gran Canaria, unos para decir la verdad, otros para mentir descaradamente, y el resto, para olvidarse por completo de aquellos sucesos aerogenerados alrededor de un chalet, unos recibos de mentirijillas, un contrato nulo y lesivo para el interés general y unas inmensas turbinas de energía eólica.