La llegada de la tormenta Delta nos cogió a todos, por lo tanto, con las defensas caídas, con el Gobierno mirando para Belén. Con los pastores. De tal guisa, suena hasta extravagante que se ordenara la suspensión de las clases en colegios e institutos, cuando tal medida sólo puede ser ordenada si se ha decretado la alerta máxima, que nunca se llegó a decretar. Es en alerta máxima cuando, por ejemplo, las autoridades tienen competencias para incautar generadores de electricidad de cualquier particular para garantizar el suministro. Descendiendo más a lo concreto, sepan que no se activó el Plan Insular de Protección Civil de Tenerife, y que la gente del Grupo de Intervención de Emergencias, el GIE, soltó a las tres de la tarde tan ricamente. Por cierto, ¿dónde estaba el director general de Emergencias que no firmó las declaraciones de alerta básica que sí se emitieron? Y ahora nos ha salido Coalición Canaria reclamando las competencias del Instituto de Meteorología. Lo que nos faltaba, oiga.