Hasta mucho ha tardado en reaccionar el presidente del Gobierno en torno al escándalo de los casinos, y lo ha hecho dejando caer que buscan una solución legal para dar marcha atrás al disparate. Lo tiene fácil, le sugerimos nosotros humildemente: bastaría con cumplir la ley desde el preciso instante en que su propio Gobierno se la saltó allá por diciembre con un decreto de casinos que no había por dónde cogerlo. No es la legalidad de retroceso lo que preocupa realmente al presidente, sino la que se le viene encima a su Gobierno, que además está recibiendo todo tipo de informes acerca del fregado en que Soria y Mauricio le ha metido, Australia Navarro mediante.