La lectura de los artículos que este viernes publicaron los dos palanganeros de don Pepito refleja muchas cosas, algunas de ellas conocidas y otras de nueva factura. Pero, en cualquier caso, todas ellas demostrativas de la calaña y la bajeza de los personajes de los que hablamos. Hemos sabido, por ejemplo, que ninguno de los dos -Peytaví y Chaves, Chaves y Peytaví- lee La Provincia, quizás porque se lo tenga prohibido el editor del periódico desde que su directora, Teresa Cárdenes, le tomó el pelo de arriba a abajo, lo dejó como un misógino y un machista redomado y hasta le ganó la querella rabiosa que el señor Rodríguez le interpuso. Cuatro a cero. Si leyeran ese periódico sabrían, por ejemplo, que fue La Provincia quien desveló el incidente protagonizado por la esposa del general jefe de la Zona Militar de Canarias y un inspector de Policía, y el primero que, el domingo pasado, dio a conocer la existencia de una carta entre el general de la Guardia Civil y la jefa superior de Policía. Nosotros, citando a La Provincia, nos hicimos eco de la noticia el lunes, como se puede apreciar consultando las hemerotecas. Por lo tanto, culparnos de haber tenido un acceso espurio o contaminado a la información o a un expediente judicial que no conocemos es una falsedad propia de quienes tuercen la realidad a su antojo. Y no contentos con inventárselo en una de esas sesiones permanentes de trajín desde la nariz a la parte baja del tablero del escritorio, moco va, moco viene, en pleno ataque de frustración e infelicidad, se dedican a restregarse la bragueta pensando en las novias de los demás. A ver si así.