Ya les suponemos al corriente de la última trifulca celebrada en el salón de sesiones del Parlamento de Canarias, la que ha vuelto a protagonizar la diputada socialista Paquita Luengo, convertida en diana de las chanzas del Partido Popular desde que un día se subió a la tribuna de oradores a contar quién fue Luis Soria y cómo jugó p'al pie de Rafael Bittini en el asunto de la montaña de Tebeto. Este jueves volvieron los populares a las andadas, y a falta de que Pérez-Camacho lanzara uno de sus ripios, fue Manuel Fernández quien se ocupó de cabrear a la señora Luengo, que salta a la primera. La cosa se puso muy tensa cuando la diputada grancanaria pidió la palabra a Antonio Castro para quejarse (ya hasta el gorro) de que cada vez que recorre ese pasillo entre la tribuna y su escaño, los diputados del PP lancen entre dientes sus insultos. Y eso que Luengo se limitó este jueves a criticar el retraso en la puesta en marcha de una planta de biogás en el Salto del Negro, que si llega a comentar el uso de dinero público que hace Manolo Fernández en sus viajes por las islas, hasta hubiéramos comprendido la reacción del diputado herreño, consejero delegado de Anfi del Mar.