Las federaciones y asociaciones de agencias de viaje y touroperadores de Finlandia, Suecia y Noruega se han sumado a sus homólogos del Reino Unido en la severa advertencia a Canarias de las consecuencias que pueden acarrear las prospecciones petrolíferas en aguas cercanas a sus costas. A iniciativa del Cabildo de Lanzarote, que está ejerciendo de eficaz lobby dentro y fuera de las fronteras patrias, los que aportan a las islas orientales más del 75% de sus turistas se han dirigido por carta al ministro José Manuel Soria (que lo es de Industria y Energía, pero también de Turismo) para trasladarle su preocupación y la pérdida de imagen que supondría para el Archipiélago la introducción de la variable petrolífera en su actual modelo económico y su imagen de potencia ambiental. El Cabildo conejero tenía esta carta de los operadores escandinavos guardada desde junio, mes en que sus técnicos se reunieron con ellos en Estocolmo, y la ha dado a conocer ahora coincidiendo con la divulgación oportuna de la noticia de que Marruecos pretende nuestro petróleo como ave rapaz que quiere aprovecharse de nuestras debilidades y nuestros inveteradas contradicciones. Desde Repsol se han lanzado a degüello a descalificar la iniciativa del Cabildo de Lanzarote advirtiendo que los touroperadores son todavía más buitres que ellos y que, aprovechando la debilidad del destino, son capaces de bajar los precios. Como si esa debilidad y sus consecuencias en las contrataciones no pudieran multiplicarse por ene cuando, llegado el caso, empiecen las explotaciones petrolíferas y el destino pierda atractivo. Sin contar con que pudiera darse un accidente que acabara con la gallina de los huevos de oro para siempre. El Gobierno de España, que mantiene un pulso con el de Canarias bastante cainita, se ha puesto burletero con la noticia de las prospecciones marroquíes, como si esta autonomía estuviera desgajada del resto de España y a Madrid le importara un pepino cualquier cosa distinta a que triunfen las tesis y el negocio de Repsol y sus benefactores ministros. Tienen que estar flipando en los países emisores de turismo a Canarias con lo que hacemos aquí: más de diez millones de visitantes al año atraídos básicamente por su clima, sus playas y sus valores naturales puestos en solfa nada menos que por un ministro de la tierra, por una compañía multinacional protegida por el Gobierno de la nación y por un negocio de más que dudosa rentabilidad para el territorio que lo va a soportar. Es la marca Canarias que estamos exportando en estos momentos, dicho sea con anticipación suficiente para que nadie se llame luego a engaño.