La crisis no vale para todo. Ni siquiera para engatusar a la mayoría de la población canaria acerca de la salida económica que podría significar la explotación de presuntos yacimientos petrolíferos en nuestros mares. Las manifestaciones celebradas este sábado en todas las islas y en algunos puntos de la Península demuestran que el malestar existe y que hay gente, mucha de momento, a la que no convencen los argumentos que ofrece la parte contratante. La demostración de capacidad de convocatoria institucional de Coalición Canaria y del PSOE parece fuera de toda duda, por mucho que desde la Delegación del Gobierno se intentara, en un patético gesto, cambiar los datos reales por unos oficialmente maquillados. Números y valoraciones aparte, es evidente que no son solo las instituciones las que han decidido plantar cara al Gobierno de España. Decenas de organizaciones sociales nada sospechosas de unanimidades con el poder tradicional canario se han agrupado en torno al Gobierno y a sus representantes en la misma dirección de rechazo a las prospecciones petrolíferas. Se apreció en todas las manifestaciones de este sábado, y es algo que debería hacer reflexionar al Gobierno de Mariano Rajoy, particularmente al ministro responsable de la industria, de la energía y del turismo. La chulería y la imposición altanera conducen a lecciones como la que tuvo que aprender Arenas este domingo.