El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
No hay medidor de ruidos
El cierre de El Cortijo viene acompañado de una larga historia, como todas las historias que tienen que ver con el Ayuntamiento de Telde. Como saben, estas instalaciones se encuentran muy cerca de la urbanización Eucaliptos II, del valle de Jinámar, y más concretamente en un edificio donde vive un buen señor que emplea su tiempo libre en denunciar. Pasa el día ante dos ordenadores, haciendo solitarios, y cada vez que escucha un ruido exterior se asoma a la ventana con sus prismáticos y su cámara de fotos para inmortalizar la fuente de sus molestias. Al día siguiente, y por el Registro, entra una denuncia en el Ayuntamiento. Nada que objetar a las aficiones de cada cual, pero nadie en el Consistorio ha podido decirnos en cuántos decibelios rebasa El Cortijo el máximo permitido porque, sencillamente, el medidor de ruidos está estropeado. Hay un parte de la Policía Local que, efectivamente, dice que cuando el agente se asomó a la ventana oyó algo. CSI teldense, sí señor.
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