No es que se haya caracterizado por ser una derrochona, la verdad, salvo algunos excesos lúdicofestivos en el Carnaval, pues ya se sabe que con el pan y el circo no hay quien pueda. Pero no nos negarán que ver a toda una alcaldesa, de puntera ciudad española, con esos bríos con que le ha adornado la naturaleza, comiéndose el miércoles un menú del día en el Cheers, tiene su gracia. Suponemos que forma parte de su manera de ser particular, porque no queremos relacionar el hecho de que ese sencillo restaurante se encuentre a escasos 25 metros de otro de gran renombre, La Casita, instalado sobre concesión municipal. Y mucho menos, que el gesto gastronómico sea muestra de protesta por el drástico recorte que papá Pepe Manuel ha impuesto desde el Cabildo, vía REF, para echar a pelear a los ciudadanos de Las Palmas con los demás ayuntamientos.