En más de una ocasión hemos publicado en este periódico cosas que le pasan a determinadas constructoras que se empeñan en quedar mal con los sufridos compradores de sus cada vez más caras viviendas. Parece que tienen hasta calculadas las molestias que les ocasionan sus clientes y les importa un rábano y medio pepino no rematar la faena a tiempo, es decir, entregar las llaves tarde y encima con unas notables deficiencias en la construcción y en las dotaciones comunes. Es el caso, por ejemplo, de la constructora Ininsa, del grupo Santana Cazorla, algunos de cuyos clientes -concretamente los de residencial El Pino II- siguen subiéndose por las paredes por un cúmulo de deficiencias y por el mal trato que reciben cuando se les ocurre quejarse. Así que para mejor proveer, han decidido agruparse, organizarse y plantear batalla juntos. Les iremos contando.