A pesar de lo inapropiado de la iniciativa, del daño procesal que seguramente le va a producir, el alcalde de Mogán procuró no perder la compostura en ningún momento. Se nota que es un hombre curtido que, además de creerse inocente del todo, gasta un rostro talla cilindro, de esos inventados por el ministro de Sanidad. Menos mal que todos hemos podido leer las conversaciones, los autos y hasta los oficios policiales, porque con la reinterpretación que hizo de todos los acontecimientos gondoleros, muchos periodistas tuvieron que pellizcarse. Hubo momentos especialmente simpáticos, como cuando relató que su relación con Suso, el del Spar, viene de muy atrás, desde que el comerciante se convirtió en su proveedor diario de huevos frescos y pan. Hasta bucólico sonó.