Ya lo advertíamos ayer: en cuanto empezaran a conocerse con más detalle las cuentas del Estado para Canarias más nos llevaríamos las manos a la cabeza. No hay por dónde coger estos presupuestos, lo que ha conducido a los voceros del PP a repetir como posesos que se trata de cuentas realistas y muy valientes, si de valiente puede calificarse la actitud del suicida. Las reacciones no han tardado y han sido muy variadas. De todas ellas, por su rotundidad y su contundencia, elegimos las de la consejera de Empleo de Canarias, Francisca Luengo, que ha pedido la dimisión de su homóloga ministerial, Fátima Báñez, por “no dar la talla” y haber permitido esta “supresión total y absoluta” del Plan de Empleo para Canarias. Báñez, que cada día que pasa más se cubre de gloria (ayer lo hizo explicando cómo van a bajar y sin embargo subir las pensiones), es la demostración viva de que en este país cualquiera puede ser ministro del reino. Luengo, curtida en mil batallas desde que protagonizó sus primeros enfrentamientos con Soria cuando ya era vicepresidente del Gobierno, ha demostrado aguante ante los continuos ataques que propina el Gobierno de España contra las Islas, pero se nos antoja complicado que pueda encontrar alternativas a este último zarpazo. Otros miembros del Gobierno han comentado en privado que los presupuestos son un auténtico desastre para Canarias pero que los esperaban más o menos así. Parece que hay plan B. Lo veremos. [Por cierto, hablando de enfrentamientos: memorable el que ha mantenido esta consejera con Madrid a cuenta de las renovables y el autoconsumo, aun con escaso éxito dada la cerrazón y los intereses oscuros que defiende el ministro canario. ¿Ya han leído este artículo de Antonio Morales?]