“Presunta pasividad” del juez García-Sotoca. Esa es la conducta que Warren González atribuye al actual decano de los jueces de Las Palmas de Gran Canaria e instructor de la operación Faycán, para quien el fantasioso letrado reserva “alguna futura demanda judicial” ya que, a su juicio, no actuó con la debida diligencia “ante la perpetración de estos hechos [filtraciones de las investigaciones a la prensa] que originaron un escándalo mediático con enormes connotaciones sociales, políticas y judiciales”. Se salta Warren, en su desquiciante relato, que el escándalo no lo provocaron los medios sino los protagonistas del saqueo que sufrieron los ayuntamientos de Mogán y Telde, gobernados por el partido que ahora le paga y le concita tanta inspiración literaria. De Alexis Reyes, primer instructor de Góndola, nuestro Warren dice que estuvo “completamente manipulado” por la Policía, porque en caso contrario “la conducta resultante podría constituir un delito de prevaricación”. Y todo porque el juez hizo suyas las conclusiones policiales que apuntaban a que al alcalde de Mogán alguien de dentro de la Policía le previno con mucha antelación sobre las investigaciones que se le hacían y su inminente detención. Paquirrín llegó a confesarlo a sus más directos superiores del PP.