De haber movido la Fiscalía del Tribunal de Cuentas el expediente Amorós en su día, quizás las cosas ahora tendrían otro color y otro sabor. Pero entonces gobernaba en España el PP, apoyado por CC, y en Canarias, CC apoyada por el PP. No había mochilas ni ácido bórico a la vista, y todo se arreglaba con un “encajóname otra vez” ese expediente. Ahora que se hacen nuevos hallazgos sobre la cuestión, los juristas que estudian el expediente discrepan a la hora de interpretar la prescripción de los posibles delitos en presencia, que van desde la malversación de fondos públicos hasta la prevaricación y algún disparate que podría alcanzar a bancos y a algún ex consejero de mucha confianza de Manuel Hermoso. Más de uno (y de dos) anda estos días evacuando consultas. Y otros sólidos, líquidos y gaseosos.