Nunca es tarde cuando la dicha llega. La ex alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria, Pepa Luzardo, acaba de hacer el anuncio de su vida: que utilizará todos los mecanismos previstos en la Ley para paralizar la subida de impuestos acordada por el pleno del Ayuntamiento por mayoría absoluta y sin ningún voto en contra. Es una postura la mar de democrática, si la analizan con detenimiento, no solamente por lo que supone de rareza que un partido, el PP, se ausente del pleno en que debió votar en contra, sino también por querer tumbar un acuerdo legal de una institución soberana recurriendo a una ley que, en el peor de los casos, sólo conseguirá retrasar su entrada en vigor. Pero es pintoresco que el PP, el partido de la señora Luzardo, descubra de repente la bondad de la Ley. Es una pena que no lo haya hecho antes, cuando mandaba, para evitar ilegalidades como Woermann, las torres del Canódromo, el solar de Pavía, La Gran Marina y sus pulseritas, las incontables expropiaciones tumbadas por la Justicia o los continuos atentados a los derechos de los concejales de la oposición o de los medios de comunicación desafectos. Estamos de enhorabuena con doña Pepa.