Cualquiera puede tener un mal día, incluso si se es alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria. Te puede fallar una asociación empresarial que te había prometido apoyo eterno, o te puede salir por peteneras aquel presidente del Puerto en el que tanto confiabas. Son gajes del oficio. Pero lo que no puedes calcular nunca es tener una mala noche la víspera de un consejo de administración de Emalsa, cuando lo que allí se va a tratar es, ni más ni menos, que la venta del 29% de las participaciones correspondientes al Ayuntamiento de tu ciudad. Tienes que pedir dos cafés seguidos, tomarte un par de aspirinas y dejar que empiecen a hablar los otros, a ver si le coges el tranquillo al asunto. Si te precipitas puede ser peor y puedes armar una pelotera que salte al día siguiente a los titulares de prensa.