Posiblemente no todo el público se acuerde de Luis Troya, ese polifacético concejal del PP de Santa Brígida, responsable de Urbanismo, que dimitió hace pocos meses tras una condena de inhabilitación y alegando que se sentía presionado por la oposición municipal. Abusadores que son. Le agradecieron los servicios prestados y el hombre volvió a su ferretería, la que precisamente le ocasionó la crítica política y la sospecha penal por vender al Ayuntamiento de un modo poco elegante, a la par que sospechoso. Como sospechosa es la adjudicación que pretende acordar este miércoles la Mesa de Contratación del Cabildo grancanario, que se reúne para adquirir unos baldes de pintura para una experiencia religiosa llamada “desarrollo de actuaciones cromáticas por el Plan de Embellecimiento de Gran Canaria”. La ferretería de Troya, de nombre Las Casillas ha presentado una oferta muy competitiva, la más competitiva de las tres que concurrieron a esta convocatoria por invitación en plan bananero. Que tiene tela, y se la cortamos para ustedes.