Se acabó la calma chicha, dicho sea sin segundas. Una vez José Manuel Soria ganó su congreso regional aplicando todas las técnicas patentadas de manipulación, coacción, aniquilamiento del discrepante y exaltación de la ideología, toca que los segundos espadas se partan la cara. Entre sí, a ser posible, que de ese modo se visualizará mejor lo mucho y bien que manda el líder. El simple hecho de que Paulino Montesdeoca se haya atrevido a acusar a la dirección regional del PP de tratar de beneficiar a la candidatura de Australia Navarro, es suficiente para pensar que algo extraño está ocurriendo. Porque a nadie en su sano juicio dentro del PP canario se le ocurre lanzar una acusación así si es incierta. Soria se ha dado por aludido de inmediato y ya ha puesto en marcha las medidas de decapitación del discrepante con la misma práctica con la que separó la cabeza del cuello (a la altura de los huevillos corbateros) de Pablo Matos. En Tenerife el PP está que arde también, pero Soria no se ha metido tan a saco.