Los que conocemos de las vendetas de Soria no nos sorprendemos cuando nos cuentan ciertas cosas ocurridas en el seno de la Caja Insular de Ahorros los últimos meses. La obsesión del vicepresidente del Gobierno con todo lo que se haya rozado con nuestro periódico le lleva a adoptar posturas verdaderamente indignas del cargo que ostenta. Soria no ha dejado de llamar cada día a la entidad de crédito, de presionar a los suyos y a los ajenos para que se agilizaran los trámites que condujeran a la salida de José Francisco Henríquez del consejo de administración de La Caja. El otro, le llaman ya en la entidad, la misma expresión que utilizan en el PP para referirse a él cuando no lo quieren nombrar: “Es que me ha llamado el otro, y dice que cuándo vamos a convocar el consejo para declarar a Caco incompatible...” “Es que el otro me presiona, chico, lo siento...” “Es que el otro tiene cogido a Teodoro por los huevos, ya sabes...” El otro, también conocido en determinados círculos peperos como Feluco, sigue confundiendo el poder político con su finca particular. Y se va a caer con todo el equipo.