No está mal descubrir a estas alturas que todo un vicepresidente del Gobierno se dedica a grabar a traición a ciudadanos a los que quiere conducir por los atrabiliarios caminos de la conspiración celestial contra el PP canario. Recordamos con mucho relajo el numerito que el mismísimo Soria montó un día en el consejo de administración de la Autoridad Portuaria cuando a él y a Teresa Cruz (ños, qué cruz) les dio por llamar a la Policía y pedir que registraran la sala porque estaban seguros de que había micrófonos ocultos de CANARIAS AHORA RADIO. En aquella ocasión, con las venas inflamadas y unas muecas que le llegaban a los tobillos, Soria declaró que aquel era el mayor escándalo de la historia de la España democrática, y olé. Por supuesto que no había micrófonos, pero miren por dónde sí los hubo en la reunión que el propio Soria pidió que se celebrara con el denunciante de la trama del Grupo Europa. Y el que grabó fue él -según sospecha la víctima-, investido en genial y dicharachero reportero de Barrio Sésamo. Hay que ver cómo la cagas, Manolo.