El anuncio soriano de que había que sacar a concurso esas concesiones televisivas tenía una intencionalidad muy clara: recordar al presidente del Gobierno que no hace mucho tiempo, poco antes de que terminara 2009, Rivero cometió un acto de traición apartando a Soria de los asuntos judiciales y políticos del asunto de Tebeto, la que por ahora es la indemnización más onerosa a la que habrá de hacer frente la Comunidad Autónoma. Con aquella decisión, acompañada con el encargo secreto de una tasación alternativa y extemporánea de los posibles aprovechamientos mineros de la montaña majorera, Rivero hizo peligrar la integridad política y penal del hermano de su vicepresidente, Luis Soria, el consejero de Industria bajo cuyo mandato se cometieron todas las negligencias posibles que luego condujeron a la sentencia multimillonaria de referencia. Ambos tienen ya sus respectivos recaditos en sus alforjas. A ver quién mueve ficha ahora.