Imaginamos que el alcalde de Santa Brígida ha evacuado todas las consultas legales precisas para meterse en el jardín de contestar una a una a todas las personas que firmaron ese manifiesto. Porque en él sólo aparecían los nombres, firmas y el número de DNI de cada uno de los ciudadanos firmantes, y no sus direcciones. Debemos entender por tanto que el alcalde ha interpretado que esas personas han autorizado que se usen sus datos protegidos, por ejemplo, los que obran en poder del Ayuntamiento. Ya se podrán imaginar la sensación que ha embargado a muchos de los receptores de esas cartas, ciudadanos temerosos de Dios y de los poderes mundanos que no desean que el alcalde les ande escribiendo para explicarles nada. Se limitaron a plasmar sus firmas y les llama poderosamente la atención que se utilicen sus datos personales para escribirles.