El III Congreso Nacional de Nueva Canarias transmitió una buena imagen de unidad y de unanimidad en torno a su carismático líder, lo que seguramente se habrá traducido en recados mejor o peor recibidos en las diferentes dirigencias políticas canarias, algunas de ellas presentes en el acto solemne de clausura. Uno de esos mensajes fue claramente la presencia en la tribuna de oradores de Santiago Pérez, ejerciendo de telonero de Román Rodríguez, quien fuera indiscutible líder del PSC, hoy en la reserva activa ocupando plaza de concejal en La Laguna gracias precisamente a una confluencia electoral con Nueva Canarias y otros conglomerados de izquierdas de la isla de Tenerife. El discurso de Pérez no estaba previsto, y por lo que dijo el orador, a él tampoco lo avisaron para prepararse unas palabrillas. Pero su imagen en aquella tribuna bien podría significar que puede convertirse en el hombre que establezca Nueva Canarias en territorio comanche, es decir, en territorio de ATI, que sufre un severo deterioro en su feudo natural nivariense. Pero una cosa es la impresión y otra la certeza: Santiago Pérez no va a liderar nada de eso, más bien diríamos que se va seguir dedicando a sus cosas en lo que se producen acontecimientos en el PSOE una vez Rubalcaba rumie los próximos resultados electorales en Cataluña y algún que otro dirigente canario agazapado en Bruselas de el paso al frente que muchos le reclaman. Otra reacción a la presencia de Santiago Pérez en el cónclave de NC se vio reflejada en el rostro de José Miguel Pérez, secretario general del Partido Socialista Canario y responsable último de la marcha del que fuera su portavoz parlamentario. Dicen los presentes que estaba contrariado, que no miró al estrado en una sola ocasión. Y eso que el orador no pronunció ni una sola vez el nombre de Francisco Hernández Spínola.