Las pretensiones de Castro Cordobez son imposibles. En primer lugar porque sólo el diputado que pronuncia una frase puede pedir que se retire del Diario de Sesiones. Estaría bueno que el presidente pudiera mangonear con lo que pasa a la posteridad y con lo que se queda en el mero rifirrafe de cada sesión. Pero es que, además, lo que quería Castro Cordobez era que sólo se anulara la primera referencia de López Aguilar a su metida de pata de julio pasado. Otra misión imposible porque si se anula la afirmación que dio lugar a la agria polémica, hay que anular todo lo ocurrido a continuación porque, sencillamente, quedaría descontextualizado. Así que, para desgracia del presidente del Parlamento, su segunda metedura de pata por el mismo asunto quedará negro sobre blanco.