Tanto asesor, tanto sesudo comentarista de la realidad política-económica alegrándole el oído, tanto correveidile y escribidor agradecido y ninguno le supo dar consejo certero. Ocurrió la tarde-noche de este lunes, en el transcurso de la Asamblea General de la Caja Insular de Ahorros de Canarias. De repente entra el presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Manuel Soria, que avanza seguro, triunfante, hasta una butaca situada en las primeras filas del Cicca, cerca de los suyos. Revuelo. El secretario de la entidad, Amador Zammit, se le acerca, y en tono muy educado, le invita a marcharse. El presidente del Cabildo, entidad fundadora de La Caja, no protestó lo más mínimo, seguramente proque se le informó de que los estatutos dejan muy clara la incompatibilidad entre ese cargo y la de consejero general. Desde el estrado, sentado entre los miembros del Consejo de Administración, Carmelo Ramírez estaba distraído mirando papeles. Hace muy pocos meses era él el llamado a abandonar ese puesto por especial empecinamiento del expulsado este lunes. Cosas que pasan en Isla Mauricio que entretienen al personal que es un gusto.