Que Soria sostiene su cara de manera marmórea cuando miente no es una novedad por estos peñascos atlánticos. Lo ha hecho siempre y las hemerotecas y algunos juzgados (pocos) están plagados de sus mentiras: “Yo no voté a favor de Anfi Tauro”. “Cuando la Autoridad Portuaria votó lo de Esquivel, yo no estaba allí”. “Yo no me intereso por los asuntos del agua ni de Isolux”. “Yo siempre pago mis vacaciones con 4.000 euros que llevo en metálico en mis bermudas”. “La Favorita se compró a precio de mercado”, etcétera, etcétera, etcétera. Por eso a ningún canario sorprende ya ninguna mentira de Soria, cosa que en Madrid todavía no terminan de descubrir del todo. Por ejemplo, los asistentes al foro sobre energías renovables celebrado este lunes en la capital de España pudieron (o no) haber creído al ministro de Industria, Energía y Turismo cuando proclamó solemnemente que “cuando haya un marco equilibrado para el sector energético, empezaremos a pensar en remover la carga tributaria”. Del mismo modo que cuando, acto seguido, dijo que si el desajuste del sector eléctrico va “al alza” y dispara las cifras de déficit de tarifa en 2012 y 2013, el Gobierno adoptaría “medidas adicionales” para corregirlo. Lo que no pueden estar en disposición de creer es que les diga que está “dipuesto a escuchar a los empresarios de las renovables”, a los que ha tenido absolutamente al margen de todas las decisiones dañinas que ha tomado desde que accedió al ministerio,