Es evidente que este escándalo del canódromo es otra de las herencias envenenadas recibidas por Pepa Luzardo de manos de su entonces idolatrado Manolo Soria. Recuerden Isolux, un concurso que dejó convocado el presidente del PP y que adjudicó de aquella atolondrada manera Pepa Luzardo para dar lugar al primer escándalo de su mandato. Pero fue Soria, insistimos, quien gestó el pelotazo del canódromo al suscribir un convenio con Inprocansa para, a cambio de una esquina convertida hoy en parque inservible, dar uso urbano a la parcela y, encima, regalarle un gran espacio en Almatriche para la construcción de viviendas. Detrás, ya en 2003, vino la diligente Pepa a cumplir con los compromisos contraídos, haciendo el cambio de uso de la parcela, aprobando el plan especial y otorgando las licencias ahora investigadas penalmente.