No fue una buena idea elegir el restaurante Compostela, en San Fernando de Maspalomas, a escasos cincuenta metros de la actual sede de la alcaldía de San Bartolomé de Tirajana, para cenar la noche de este martes. Lo hizo Soria en compañía de su hermano Luis y las esposas de ambos, seguramente sin caer en la cuenta de que allí mismo celebraban una asamblea unos doscientos vecinos del Castillo del Romeral contrarios a la construcción de una nueva cárcel en la zona. Soria fue recibido con sonoros insultos por los congregados, quizá ignorando que el vicepresidente lo es de un Gobierno constituido ahora mismo en único opositor a esa cárcel, aunque sólo sea por sus indisimulables ganas de tocar las narices al Gobierno de España. Y olé. La cosa acabó en gran despliegue policial.