La encendida defensa que se hace en La Provincia del amigo magistrado tiene como eje central “la manera en que el Gobierno de Canarias negoció la incorporación de Moya Valdés a la Viceconsejería de Justicia. Y es que tal fichaje se gestó en un fin de semana, y hay pruebas que lo demuestran”. Fabuloso. Y las pruebas no son otras que el hecho constatable de que Moya cesó como magistrado de la Sección Primera el 11 de julio porque pidió traslado a la Sección Segunda, “donde le habían confeccionado un despacho completamente nuevo” antes de que lo nombraran viceconsejero el 14 de julio. Pruebas contundentes que quizá sirvan para demostrar que todavía no estaba colocado el retrato del Rey, o el preceptivo crucifijo, no la fecha en que pidió el traslado, ni cualquier otra cosa que pueda tener que ver con el fondo de la cuestión: el señor Moya Valdés es corresponsable de esa providencia y ahora es viceconsejero de Justicia. No hay más cera que la que arde.