No hemos olvidado aquellos memorables tiempos en que José Miguel Suárez Gil, presidente de la Cámara de Comercio de Las Palmas, acudía a los actos públicos en compañía de un propio de la institución que le fotografiara con cuantos personajes mejor. La pose favorita era la del caluroso abrazo, como el abrazo del oso, pero en plan zorro plateado y con muchos plas-plas-plas. Pero las cosas han cambiado y ahora prefiere la discreción dentro de las paredes de cristal. Este miércoles tenía que haber acudido a un juicio civil por una demanda que le presentó a su íntimo enemigo Fernández Belda, al que pretende desalojar de los locales de Fedalime que otro juzgado le mandó respetarle. A pesar de ser solicitada su declaración como testigo, Suárez Gil no se personó porque, según su abogado, Nicolás Albarracín, no quiere que los periódicos -que la tienen cogida con él- lo retraten en los juzgados. Estará en campaña.