El ocaso de un caradura. Así podríamos definir el momento que está atravesando el ex presidente de la Cámara de Comercio de Las Palmas, ex diputado regional y ex dirigente empresarial José Miguel Suárez Gil. A sus delitos contra su ex esposa, la abogada Josefina Navarrete, por los que acaba de ser condenado en una sentencia por conformidad que le permitirá eludir la prisión, se suman ahora las revelaciones que este lunes empezó a ofrecer CANARIAS AHORA sus lectores. Estamos, sin lugar a dudas, ante un personaje hueco, sin principios morales de ningún tipo que se ha conducido en el mundo de la política, de la empresa y de la vida social canarias con nulos escrúpulos aunque con una ampulosa apariencia de hombre de bien. Le han protegido hasta ahora sus magníficas relaciones, labradas a base de intercambio de favores, unos más honorables que otros, y tocó la gloria con la punta de los dedos cuando tanta influencia le permitió ser diputado regional y presidente de la Cámara de Comercio. Los que siempre sospechamos de él y nos colocamos en el lado opuesto a sus pretensiones, a sus abrazos envenenados, a sus prebendas y a sus peligrosas amistades, sabíamos que más pronto que tarde iba a descubrirse su farsa. Por engañar hasta engañó a Fedalime, la patronal de alimentación que heredó de Gabriel Megías Pombo, donde labró un núcleo duro de aguerridos peones que ahora se miran entre sí cariacontecidos, como si no se lo imaginaran jamás.