El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Tiene tela lo de Bravo

Todo lo que empieza desastrosamente tiende a acabar catastróficamente. Un presidente del Cabildo de Gran Canaria tan exuberante como inútil, de nombre José Manuel Soria, decidió durante su mandato (2003-2007) que lo que más convenía a los grancanarios para recuperar su autoestima era plantar en la plaza de la Fuente Luminosa, en plena Avenida Marítima de Las Palmas de Gran Canaria, una bandera en el extremo de un mástil de 50 metros. Aquella machada, llevada con el oscurantismo y la falta de rigor legal propia del individuo, costó de arrancada a las arcas públicas la nada despreciable cantidad de 360.000 euros. Pero eran los tiempos en los que a Soria se le permitía casi de todo, y una gran parte de la sociedad isleña le arropó aquel día en que se celebró el solemne acto de izado de la bandera de la isla, oro sobre el Atlántico, amarillo sobre azul, aplausos, vítores y parabienes. Los sufridos corazones de los grancanarios se llenaron de gozo y de orgullo isloteñista y sobrellevaron con la resignación propia de aquellos tiempos los 60 millones de pesetas que se fueron por el sumidero en un gesto de magalomanía y de propaganda solemne con pólvora del rey del gran timonel de la calle Bravo Murillo. En 2007 llegó el PSOE a la Casa Palacio insular y, entre otras medidas de ajustes y de ahorros, suprimió aquel gasto anual, situado entre una indeterminada cifra que oscila entre los 18.000 y los 30.000 euros, según se contemple o no la sustitución de banderas a lo largo del ejercicio económico. El patriotismo grancanario se sintió más herido por aquel recorte en simbología que lo que se siente ahora por los recortes reales en sanidad y en educación, pero cada votante, como se sabe, es muy libre de abrirse las carnes por lo que considere más apetecible según sople el viento. Tras el paréntesis socialista, llegó el gran toro Bravo al Cabildo de Gran Canaria, y como primera medida ordenó restablecer la dichosa bandera, y con ella el correspondiente gasto de mantenimiento, sustitución y dale p'arriba y dale p'abajo al invento. Total, 30.000 euros el primer año, que había que engrasar los engranajes y recuperar los trapos. Como el dispendio se prometió en plena y sangrante crisis económica, con la gente espantada por las necesidades más perentorias, el presidente Bravo de Laguna y Bermúdez proclamó a los ciudadanos que no debían preocuparse, que aquello lo iba a pagar una empresa o un empresario, modalidades estas en la que es un consagrado experto, como si siendo así, de haber sido, nos fuera a salir gratis.
Sobre este blog
El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora