Cardona y Soria se compraron una docena de voladores y los lanzaron al aire desde el mismo viernes en que se conoció el fallo, aun a sabiendas de que la celebración vuelve a ser una pantomima destinada a despistar al público municipal y espeso, que asiste atónito a resoluciones judiciales que, al menos en apariencia, se dedican a bendecir pelotazos con los afeites de buen derecho que todos los expedientes municipales suelen presentar cuando se pone cierto empeño en ello por parte de la autoridad competente. Pero los voladores lanzados este fin de semana por Soria y Cardona para celebrar esa pírrica victoria judicial en el TSJC se convierten en pólvora mojada cuando se contrastan con algunas realidades de momento inapelables. La primera, sin duda, es el carácter recurrible de la sentencia ante el Tribunal Supremo, que por si no lo recuerdan, ya devolvió una primera versión a la misma Sala pidiendo por favor que se aclarara convenientemente para luego poder manifestarse como mandan los cánones.