Una perspectiva optimista frente a una especie invasora: Canarias podría enfrentar el rabogato gracias a un hongo
Introducida por el hombre como una planta con fines ornamentales en la década de 1940, el rabo de gato (Cenchrus setaceus) depreda los ecosistemas canarios a una mayor velocidad de la que estos se recuperan, pero los resultados de un estudio experimental de la Universidad de la Laguna (ULL) arrojan esperanza y contrastan con discursos derrotistas tras la invasión, no solo paisajista, a la que esta planta somete a los ecosistemas.
Para entender el comportamiento de esta planta en los delicados ecosistemas de las islas, ayuda primero entender qué es una especie invasora, cómo se comporta en el nuevo territorio al que ha sido transportada y cuán importante es actuar rápido desde la administración para paliar sus nocivos efectos antes de que sean descontrolados.
Una especie invasora puede ser un animal, un hongo, un microbio o, como en el caso que nos ocupa del rabogato, como lo conoce la población y quienes lidian con ella, una planta. Para que una especie sea considerada invasora debe tener un origen exótico, ser transportada fuera de su área natural, una vez allí lograr adaptarse, establecerse y reproducirse en el nuevo ecosistema, y causar daños a la biodiversidad nativa, al funcionamiento de los ecosistemas, a la salud humana o a la economía del lugar.
El rabo de gato que invade a cierta altitud las islas, a veces incluso a la orilla del asfalto demostrando que necesita muy poco para crecer, es un vecino del norte de África donde se encuentra en hábitats de matorrales y suelos pedregosos.
Es su gran capacidad de dispersión y la facilidad con la que sus semillas se propagan (por viento, agua o a través de animales) lo que la convierte en una especie invasora muy eficaz en la tarea de depredar entornos. Las invasoras suelen competir de manera más eficiente que las especies autóctonas por recursos como el alimento, el espacio, el agua y la luz. Esta competencia provoca el desplazamiento de la flora nativa, haciendo que disminuyan sus poblaciones o desaparezcan localmente, lo cual es especialmente sangrante cuando hablamos de ecosistemas canarios, provistos de una biodiversidad única en el mundo, y de especies endémicas adaptadas, solo, a vivir tal como lo hacen en este rincón del Atlántico. A estos factores habría que añadir, la hibridación de estas especies foráneas con las autóctonas, que modifican la genética de estas últimas, enfermándolas o debilitándolas.
Su presencia se ha constatado en las ochos islas canarias, pero supone especialmente un problema en las islas de Tenerife, Gran Canaria y La Palma.
Estudios de la ULL
En 2017, técnicos de GEA (Gestión y Expertos Ambientales) comunican a miembros del grupo de investigación Control Integrado de Plagas y Enfermedades Vegetales (CIPEV) la existencia de ejemplares de rabogato aparentemente enfermos en algunas localidades del sur de Tenerife. Dos años más tarde, en 2019, se realizan análisis bibliográficos y prospecciones de campo observando afecciones similares en zonas bajas de Tenerife, Gran Canaria y La Palma. Es entonces, con estas bases, cuando se establece un convenio entre la ULL y el Gobierno de Canarias para llevar a cabo el proyecto Nuevas formas de control de rabo de gato, Pennisetum setaceus, en Canarias, cuyo objetivo es la coordinación de las diferentes administraciones y comprometer a los cabildos isleños a una lucha unificada contra el invasor.
Se descubre que las afecciones encontradas en las plantas son provocadas por hongos que van a la base de estas plantas y destrozan sus sistemas vasculares, condición que, combinada con someterla a estrés hídrico, o la mata definitivamente o la expone en mayor medida a los patógenos.
Tras estos hallazgos, en 2020 los cabildos de Tenerife, Gran Canaria y La Palma contratan una asistencia técnica para conocer la situación a la que se enfrentan y cartografiar y descubrir si los indicios que los científicos estaban observando tenían consistencia.
El hallazgo: un hongo contra el rabogato
La primera de las conclusiones, una vez analizadas cada una de las islas y por zonas, es que el rabo de gato permanece durante largo tiempo después de que la planta haya muerto. Y así se mantiene en el paisaje. Fuentes del grupo de Control Integral de Plagas y Especies Vegetales de la ULL cuentan a este medio que no hay que echar campanas al vuelo, pero sí están convencidos de que se puede contener su expansión, evitar que entre en nuevos espacios e, incluso, hacerla desaparecer en algunas zonas.
En julio del presente año, se dio a conocer la noticia de que un proyecto en fase de experimentación en la ULL sitúa a los hongos fusarium, presentes en dos islas, como soldado biológico para combatir la planta invasora. Tanto en Tenerife como en Gran Canaria no solo afectarían a la planta en su fase de debilidad, sino que limitarían hasta en un 50% la capacidad de floración y expandir semillas. Para ello se aislaron 250 cepas de estos hongos realizando “millones de secuenciaciones de ADN” para su aplicación. Siempre en cada isla.
El programa REDEXOS
El programa REDEXOS es la Red Canaria de Alerta Temprana de Especies Exóticas Invasoras, creada para localizar, identificar, analizar, controlar y erradicar nuevos focos o poblaciones de especies exóticas invasoras (EEI) en Canarias. REDEXOS ha llevado a cabo diversas acciones estratégicas para combatir el rabogato en Canarias, centradas en la detección temprana, erradicación y educación ambiental, que van desde el fomento de la detección ciudadana mediante herramientas digitales y aplicaciones para reportar focos de rabogato, con validación y seguimiento técnico; la organización de campañas de erradicación y limpiezas de rabogato en espacios naturales, coordinando equipos de voluntariado y jornadas de acción directa; la promoción de actividades de sensibilización y formación en centros educativos, comunidades y colectivos locales para concienciar sobre el peligro del rabogato para la biodiversidad, y la coordinación interinstitucional con ayuntamientos, fundaciones y organismos oficiales para ampliar la respuesta y la eficacia de las actuaciones.
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