30 años no son nada

Nació como restaurante a principios de los ochenta. Su primer hogar fue la calle Venegas, donde vivió sin descanso durante más de diez años hasta que las lluvias y el plan urbanístico le obligaron a cambiar su residencia a la Subida de San Pedro.

Su nombre proviene de la contracción de “Cuevas caídas”, un lugar situado cerca del corazón de la Isla. La Sala Cuasquías, siempre bajo la atenta mirada de Toñín Barrera, ha sido testigo del paso del tiempo en la capital grancanaria.

Por su escenario han pasado músicos de prestigio internacional. Lo mejor del Jazz (Jerry González, Jim Mullen, Miguel Ángel Chastang, Quique Perdomo, Polo Ortí, Jorge Pardo, Andreas Prittwitz o Carlos Carli). La música popular tuvo mucho protagonismo. Resultaron memorables las actuaciones de Benito Cabrera y Domingo Rodríguez el Colorado y, ante todo, las de las manos amigas de José Antonio Ramos.

Cuasquías ha sido un punto de encuentro de cantautores, Javier Krahe, Javier Bergia, Luis Pastor o Hilario Camacho, se alternaron en este espacio con unos jovencísimos Pedro Guerra, Rosana Arbelo o Arístides Moreno.

También hubo hueco para otros estilos como el Pop, el Rock, el Soul o el Funky. Los Coquillos, Australian Blonde, Sobrecarga, Fracaso Escolar, Sugar Hill Band, Sin Saldo, Prana, No Problem o Si yo fuera rico, son algunas de las bandas históricas que ocuparon un lugar en las noches de Cuasquías.

Las artes escénicas encontraron en Cuasquías su cobijo. Desde monólogos hasta espectáculos de café teatro resonaron en el escenario del local.

Durante años, Cuasquías albergó semanalmente un espacio dedicado a la literatura, el Matasombras. Coordinado por el colectivo que llevaba el mismo nombre. Mesas redondas, presentaciones de libros y sesiones de teatro leído se convirtieron en algo habitual.

Ahora, esta asfixiante crisis obliga a sus responsables a cerrar sus puertas el día 15 de este mes dejando huérfanos a muchos noctámbulos de la capital. Tres décadas más tarde, la Sala Cuasquías se vaciará, aunque siempre quedará el murmullo de aquellas noches irrepetibles.

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