Guiños al pueblo saharaui desde Santa Catalina

Yo no sé qué posibilidades reales tendrá Las Palmas de Gran Canaria de conseguir la Capitalidad Cultural Europea 2016. Lo que sí es cierto es que el Festival Womad, que empezó este jueves en el Parque Santa Catalina, es una de sus principales bazas. Y ése es un mensaje que se quiere pregonar a los cuatro vientos a lo largo de la presente edición.

Y miren por dónde, el Womad puede servir también para que artistas y público lancen desde el Parque Santa Catalina otro mensaje bien distinto en forma de gritos de aliento al pueblo saharaui. Los canarios The Amaroses y Kiko Veneno fueron los que se mojaron en esta ocasión, pero a buen seguro durante los próximos días la situación de El Aaiún seguirá estando muy presente por aquí.

Vayamos por partes. De cantar las excelencias de la candidatura cultural de la capital grancanaria se encargó el grupo Espacio Libre, que subió al escenario principal sólo para eso, poniendo prólogo musical a la lectura del manifiesto del Womad por parte de Ángel Luis Alday (diseñador del cartel de este año) y doce alumnos de diferentes nacionalidades que estudian en el Instituto Arguineguín. “Somos una luz en el océano, somos Womad”, rezaba el texto.

Antes ya habían tocado dos grupos: Toubab All Stars y La Perra de Pavlov. Los primeros aspiran a ser la versión francesa de The Specials y aunque se quedan bastante lejos (su propuesta peca un poquito de facilona) nos permitieron entrar en calor a partir de las 19.00 horas con una generosa dosis de ska y hasta de cumbia, para que nadie se queje. Por cierto, ojo a la camiseta con el nombre de su propio grupo que llevaba el cantante y contrabajista; la autoestima que no falte, sí señor.

Los grancanarios La Perra de Pavlov afrontaban por su parte la actuación en el Womad como “lo más grande que nos ha pasado hasta ahora” (y ya habían teloneado a Los Secretos, así que no son unos principiantes). Desde mi subjetivo punto de vista de seguidor confeso, puedo atreverme a confirmar que aquello fue prueba superada: al público les gustó y demostraron que quieren seguir evolucionando como intérpretes y letristas sin perder las ganas de pasarlo bien.

Aunque hubo versión de Los Coquillos y estrenaron una canción nueva titulada “Sin tu voz”, lo mejor vino con dos temas bastante conocidos entre el repertorio de La Perra de Pavlov. Y si no que se lo pregunten a las fans de la primera fila que cantaban las letras. Me refiero a “Víctimas culpables” y “La tormenta”, este último el que en su opinión “más nos representa ahora mismo”. A seguir así, chicos.

Lo siguiente fue la sesión que DJ Gufi se marcó en el escenario Guagua, haciendo bailar al personal con ritmos latinos y una selección musical sin prejuicios que lo mismo incluía cante flamenco que una versión del “Exodus” de Bob Marley. Bastante adecuado, considerando que el Womad es el momento elegido por muchos para rescatar del fondo del desván la correspondiente camiseta con la efigie del bueno de Bob (y quien dé por perdida la suya, que no desespere, que en las tiendas distribuidas por el parque se encuentran sin la menor dificultad).

La voz de los descendientes haitianos

Resulta que el grupo que tiene una mayor presencia en la programación de esta edición del Womad es el Creole Choir Of Cuba, con dos actuaciones y dos talleres (uno de danza y otro culinario). Pues si nos atenemos a lo de este jueves, se lo merecen. Les vi de pasada dando entre bromas y risas el primero de esos talleres en el Guagua, y quizá por eso luego en el escenario principal me pillaron desprevenidas sus desgarradoras voces. Estos cuatro hombres y seis mujeres cantaron los primeros temas en la lengua criolla de los descendientes haitianos, si bien a lo largo de su concierto hubo espacio para canciones tradicionales cubanas de tono mucho más festivo (de las que destacaría “Cachita”, la cual se prestó a la participación del público). Quedó claro en cualquier caso que la intención de tan especial coro es recuperar las tradiciones musicales que llegaron desde Haití, un país “que ha sido azotado por la Naturaleza y por la vida misma”.

Ya iba quedando poco para la aparición del gran Kiko Veneno, y cabía plantearse si valía la pena ir a ver a The Amaroses a la otra punta del parque. Respuesta afirmativa. Llegué cuando la cantante recitaba un poema de Patti Smith como muestra de apoyo a los saharauis. Demelza se llama, y he de decir que es un verdadero animal del escenario: sus movimientos compulsivos la hacían parecer poseída por el espíritu de Jim Morrison y con su voz defendía aguerridamente los temas. Pero es que encima cada miembro del grupo parecía por sus pintas sacado de alguna gran banda de rock duro: el batería de Rage Against de Machine, el bajista de Mars Volta y el guitarrista de Iron Maiden (aunque no entiendo por qué llevaba falda).

De modo que The Amaroses se merecen un diez en cuanto a actitud y puesta en escena se refiere. Ya luego podríamos debatir si sus canciones aportan algo a una mezcla de influencias anglosajonas que oscila entre el grunge y el nu-metal con alguna pincelada gótica. Influencias que por otra parte no se esfuerzan en ocultar, así que tampoco es que quieran engañar a nadie.

Llega Kiko Veneno

De esta forma llegamos al que debía ser (y lo fue) el gran momento de la noche, aunque desde luego no el más sorprendente. Kiko Veneno es una apuesta segura, y se podía uno imaginar que repasaría sus clásicos (“Los delincuentes” de su primer grupo Veneno, “Volando voy” que fue el bis, “Echo de menos”) junto a temas de sus últimos discos como “Satisfacción” y de su nuevo trabajo, Dice la gente (el que le da título y “Cadena de oro”). Todo ello acompañado por una banda numerosa, con dos guitarristas y dos vocalistas que también tocaban percusión y teclados. Y para rematar, un pito murguero de vez en cuando.

Entre el público había simpatizantes que gritaban “Sáhara libre” y Kiko se hizo eco de sus reivindicaciones acordándose de El Aaiún y diciendo que “pacíficamente reclamamos justicia” para ese pueblo. Cuando le tiraron una bandera la cogió y la puso en lugar bien visible; hubo quien le pidió algún gesto más, pero para mí que bastante hizo el hombre. Vamos, ni que fuera Moratinos.

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