'Llama un inspector', un 'thriller' entre el suspense y la fábula moral

Tres de los mejores actores de la actual escena española, Concha Cuetos, Francisco Valladares y José Luis Pellicena, integran el reparto de la obra Llama un inspector, del dramaturgo J.B. Priestley que, dirigida por Román Calleja, llega al Teatro Cuyás este fin de semana. El sábado, 1 de diciembre, con dos funciones previstas a las 19.00 y a las 22.00 horas, y el domingo, día 2, a las 19.00 horas, se representa este thriller intrigante conocida como la más famosa pieza teatral del dramaturgo británico John Boynton Priestley, un clásico del género escrito a medio camino entre el suspense, la intriga y la fábula moral.

El montaje, que disfraza de investigación policíaca todo un drama social, gira entorno a los miembros de una familia burguesa del industrial Birling, que durante una velada serán interrogados en su propio domicilio por un inspector que indaga las circunstancias del fallecimiento de una joven. Completan el reparto de esta obra Lola Manzanares, Guillermo Muñoz e Iván Gisbert.

El teatro vuelve al Cuyás tras el éxito de público que ha registrado el musical Fama, con esta obra escrita en el plazo de una semana por Priestley a toda velocidad durante el invierno de 1944. En Llama un inspector, Priestley mezcla vida e ilusión, jugando con una original concepción del tiempo como elemento dramático, y contribuyendo a formular, si cabe más sorprendente, el desenlace final de la función.

Román Calleja subraya que ha planteado la dirección del montaje destacando los aspectos de crítica a la sociedad, y dejando a la vista del público los vicios y lacras de aquellos que gozan en el seno de la misma de gran apariencia y responsabilidad. “La obra habla de la ética, que, por desgracia, se encuentra hoy en desuso, pero también sobre el amor, la responsabilidad y la culpabilidad”, explica el director. “Priestley traza un descorazonador relato de clase sobre la talla moral de la aristocracia con el que consigue, que el espectador ejercite su conciencia”, añade Calleja.

Ambientada originariamente en 1910, la acción se localiza en esta versión en 1939, poco antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en la ciudad industrial de Brumley, en la casa de un próspero empresario en donde su familia celebra una cena con motivo de la petición de mano de su hija Sheila, con el heredero de una familia aristócrata del condado.

Una velada sin nada de particular hasta que el mayordomo anuncia la llegada de un misterioso inspector, que se ha acercado hasta el domicilio de los Birling, con el objeto de hacerles urgentemente una serie de preguntas relacionadas con el suicidio de una joven, Eva Smith, y poder conocer los vínculos que los miembros de la familia tenían con la muerte de la muchacha.

En lugar de presentar la acción de un modo lineal, la originalidad de Priestley consiste en reconstruir los hechos una vez que han sucedido, engarzando los distintos eslabones de la desgracia de Smith. El inspector Gould se convierte así en el narrador de la historia, a la vez que en una especie de corifeo que ataca la conciencia de los culpables poderosos. Este modo de presentar la acción, en el que casualmente todos los personajes están implicados, fue tachado de inverosímil en su momento, pero Priestley introduce al final de la pieza dos sorprendentes giros, uno de los cuales hace más plausible la sucesión de acontecimientos; y el otro la transporta a un plano situado fuera de lo real.

“A través de la investigación de una muerte trágica, saldrán a la luz los detalles más oscuros de los personajes a los que Priestley desenmascara de forma magistral. Eso otorga a la obra un cierto perfil de thriller, aunque este montaje es mucho más que eso”, apunta el actor José Luis Pellicena. “Los personajes van transformándose con el incómodo interrogatorio del inspector, dejando salir a flote los aspectos más reveladores de sus respectivas personalidades. El autor plantea una confrontación, fiel a su ideología de izquierdas, entre la alta burguesía y el proletariado. Durante la Segunda Guerra Mundial Priestley fue locutor de la BBC, y los sectores derechistas protestaron por las opiniones progresistas que vertía en la emisora, lo que le costó la supresión de su programa. Nunca renunció a su ética y su moral, y ese espíritu insobornable también se respira en esta obra”.

Con esta propuesta escénica J. B. Priestley consiguió desarrollar su creencia en la teoría pendular de la historia, de ahí la elección de la época y el ambiente de preguerra que se respiraba en Europa en ese momento. Todo ello con el objetivo de hacer reflexionar al público sobre los errores cometidos, y poder aprender de la historia, ya que el autor británico defendía la idea de que tras superar la primera gran guerra mundial, la sociedad se encontraba muy acomodada y ajena a todos los problemas que, irremediablemente, le rodeaban, pero que por no afectarles directamente, se alejaban de ellos.

Llama un inspector forma parte del llamado ciclo sobre el tiempo de Priestley, al igual que Esquina peligrosa (1932), El tiempo y los Conway (1937) y Yo estuve aquí alguna vez (1937). Ha sido traducida a más de 30 idiomas y se está representando constantemente en varios teatros del mundo. Ensayista, dramaturgo, novelista y crítico literario, Priestley produjo una copiosa obra, con más de cien títulos. Su primer éxito fue la adaptación al teatro de su novela Buenos camaradas. Sus ideas liberales y su constante actitud crítica hacia las injusticias sociales, lo convirtieron en uno de los intelectuales más controvertidos de su país. Fue uno de los fundadores de la campaña pro desarme nuclear en el Reino Unido y un activo pacifista.

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