Miles de personas exigen en España una casa digna

Los manifestantes, 2.000 según la Policía Nacional y 20.000 según fuentes de la organización, marcharon detrás de una pancarta en la que se leía “Gente sin casa, casa sin gente. Alquiler social, ni subvenciones ni migajas”.

Varios de los participantes portaron banderas republicanas y algunos carteles con los que pidieron una vivienda justa, y durante todo el recorrido se corearon gritos como “Qué pasa, que pasa, que no tememos casa”, “Espe, espe, especulación” o “Madrid, capital de la especulación”. La manifestación fue precedida por un camión en el que iban dos superhéroes: “Supervivienda” y su alter ego “hipotecón”, que coreaban consignas y leían datos como que en todo el país existen tres millones de casas vacías, que en Europa el alquiler alcanza el 40% y en España apenas el 5% o que más de 30.000 personas duermen en la calle, una cifra que en verano se duplica.

A mitad del recorrido, en la plaza de Cibeles, “Supervivienda” depositó de forma simbólica una casa de cartón en la puerta del Banco de España, porque, según dijo, “al final es el que se queda con nuestras casas”, mientras los manifestantes gritaban “manos arriba, esto es un atraco”. Al llegar a Neptuno, en la confluencia con la Carrera de San Jerónimo, sede del Congreso de los Diputados, repitió el gesto, esta vez para llamar la atención de los políticos.

Dos horas y media después de su comienzo, la marcha finalizó en la glorieta de Atocha, donde “Supervivienda” leyó un comunicado en el que los convocantes aseguraron que la manifestación “no es solo un acto de protesta por la lamentable situación actual, propiciada por la vergonzosa actitud de los poderes públicos”, sino “la demostración de que se ha acabado el conformismo y ahora exigimos ser los protagonistas”. Denunciaron que “a falta de escasos meses para las elecciones generales hemos asistido con vergüenza primero, e indignación después, a una subasta de promesas y medidas electoralistas, que han convertido un asunto tan importante en un bazar en el que todos juegan al quién da más”.

Los manifestantes reivindicaron que la vivienda sea un derecho, no un negocio, garantizado por el Estado como la sanidad o la educación. Pidieron la creación de un parque público de vivienda social en alquiler, a un precio “realmente asequible para nuestros bolsillos”, y para ello, propusieron dar un uso social a los más de tres millones de viviendas vacías o gravarlas como bienes de lujo, y con ese dinero construir casas.

Después del comunicado, los manifestantes gritaron al unísono: “No vamos a tener casa en la puta vida”.

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