Los plataneros canarios inutilizan 26 millones de kilos en 2023 tras regarlos con tanta agua como casi la consumida por la gente en La Palma

Imagen de archivo de una explotación platanera canaria, en el momento de corte y traslado de piñas al empaquetado.

Román Delgado

Santa Cruz de Tenerife —

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En Canarias no está lloviendo lo suficiente (y este año, por ahora, menos que lo habitual), pero además se puede afirmar que la escasa oferta de agua existente (la blanca), cada vez menor (según reconocen los propios organismos públicos que gestionan este recurso en las islas, adscritos a los cabildos insulares), se sigue desaprovechando como casi siempre. Esto también ocurre en la agricultura, aunque sea de forma indirecta, y pasa principalmente en el plátano, actividad en el top 3 de los cultivos más intensivo en agua que hay en Canarias.

Este año 2023, atendiendo a los registros oficiales facilitados por la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Soberanía Alimentaria del Gobierno de Canarias a este periódico, en el archipiélago se retiraron del mercado o se inutilizaron para su comercialización (reducción de la oferta), en busca de la recuperación, que jamás llegó, de los precios en Península, nada más y nada menos que 26 millones de kilos de plátano (registro considerado “provisional” por Agricultura), sin duda una cifra anual pocas veces antes vista en el archipiélago.

Esos 26 millones de kilos fueron, según asegura la Consejería, los que, dicho en la jerga de los plataneros, se picaron el año pasado, una cantidad que formaba parte de los 39 millones de kilos que la Asociación de Organizaciones de Productores de Plátanos de Canarias (Asprocan) solicitó poder destruir y/o inutilizar a la Consejería de Agricultura, tanto en las modalidades obligatoria como voluntaria.

Ese mismo departamento autonómico, en 2023 liderado por la socialista Alicia Vanoostende y desde julio pasado por Narvay Quintero (AHI), autorizó todos esos volúmenes de retirada, los 39 millones de kilos, pero al final solo se inutilizaron los 26 millones reseñados a lo largo del año (la pica real) de la producción total cortada por los plataneros canarios en 2023, ejercicio anual con unos 480 millones de kilos producidos, el máximo histórico de las islas.

De los 480 millones de fruta ofertada (en torno a 400 millones fueron exportados a Península, casi el único mercado de la fruta isleña), 26 millones, como se ha dicho, se retiraron del mercado, lo que quiere decir que una parte de esa cantidad se gestionó a modo de beneficencia, a través del Banco de Alimentos y otros mecanismos; otra se canalizó en un proyecto experimental de apertura de nuevos mercados internacionales en Marruecos, y la restante se utilizó como insumo alimentario en la ganadería local o sencillamente se gestionó como residuo no peligroso o se destruyó de otras formas y maneras.

Hasta aquí todo bien, si no fuera porque ese tremendo esfuerzo para la producción de una marca histórica de plátano en Canarias (480 millones de kilos), un cultivo intensivo en agua y otros insumos en unas islas con escasos recursos hídricos y donde casi todo se importa, ha supuesto pérdidas de renta acusadas entre los plataneros de las islas, por las bajísimas cotizaciones de la fruta exportada en prácticamente su único mercado, el de Península (España y Portugal), y por el poco sostenible uso de sus factores de producción, de manera especial la escasa y cara agua.

Y ¿por qué se asegura esto? Sencillo: los 26 millones de kilos que Canarias se permitió el lujo de picar en 2023 (marca pocas veces antes vista), para que pudieran ser producidos y las piñas finalmente cortadas en todas las semanas de ese año, antes hubo que regarlos, y mucho, muchísimo. Así, se puede plantear que Canarias, ahora que se está hablando de sequía (que la hay) en todo el país y que el mismo sector agrario local negocia en estos días de intensas protestas en la calle y con tractores la creación de una mesa multidisciplinar autonómica para analizar tremendo problema y poder concretar medidas urgentes que garanticen agua en calidad y cantidad suficientes para los cultivos, en esta misma coyuntura, Canarias ha desaprovechado mucha agua, muchísima, tanta, por ejemplo, como la utilizada para producir aquellos 26 millones de kilos que no han salido al mercado (los retirados o inutilizados, los de la pica), una cantidad que equivale al consumo de abasto de casi toda la población de derecho de La Palma, con 83.875 personas, según el INE y su publicación del Padrón Municipal de Habitantes de 1 de enero de 2023.

Veamos al detalle por qué… Una hectárea de platanera consume como promedio al año (el periodo vegetativo para obtener una piña de plátano es de 12 meses) 10.000 metros cúbicos de agua (el ICIA, organismo de la Consejería, da por bueno el umbral de 11.400 metros cúbicos), servida a las plantas con sistemas localizados. Como el rendimiento medio de una hectárea con ese cultivo de regadío está en 70.000 kilogramos de plátano al año y la pica real (datos provisionales) en 2023 alcanzó los 26 millones de kilos, se concluye que para ofertar esa cantidad de la luego pica estuvieron en explotación 371 hectáreas. 

Esas 371 hectáreas, las necesarias para producir los kilos que se retiraron del mercado o inutilizaron, con sus posteriores destinos (todos fueras del canal convencional de comercialización), consumieron como promedio (10.000 metros cúbicos por 371 hectáreas) 3.710.000 metros cúbicos. Como el consumo medio de agua de abasto por persona y día en Canarias es de 150 litros (más que en el resto de España, en torno a 120), se puede concretar que un residente en Canarias abrió el grifo hasta completar un consumo anual promedio de 54.750 litros al año, o lo que es lo mismo: 54,73 metros cúbicos.

Ahora bien, si ese consumo por persona y año para las islas se divide entre el agua con la que se regó el plátano producido y finalmente inutilizado (26 millones de kilos en 2023), entre otros insumos desaprovechados (junto con el abono natural y/o sintético, fitosanitarios, mano de obra…), se concluye que con los 3.710.000 metros cúbicos de aquella agua de riego se pudo haber atendido la demanda de unas 68.000 personas (67.762) durante todo el año.

Y así se llega a este desenlace, a través del cual se puede afirmar que el agua desaprovechada para regar el cultivo del plátano que no se terminó comercializando, sino que se retiró e incluso parte se tiró a la basura a lo largo de 2023, supuso dejar escapar o no emplear de forma eficiente (mucho menos sostenible) un gran volumen de ese recurso, los 3.710.000 metros cúbicos, que hubieran servido para atender casi toda la población residente en La Palma (o que representan casi tres llenados completos del embalse de La Laguna, en Barlovento, con capacidad para 1.767.000 metros cúbicos), más de tres cuartas partes de ella, o, si se prefiere, la suma de las poblaciones de derecho de los municipios tinerfeños de Puerto de la Cruz (30.849 personas) y Los Realejos (37.207), ambos en el Valle de La Orotava, colindantes y con una suma de población de poco más de 68.000 habitantes, siempre según la fuente del INE. También es más o menos el consumo de agua de abasto de la mitad de la población residente en La Laguna, la segunda ciudad en habitantes de Tenerife, con 159.034 habitantes.

El cultivo de referencia en Canarias

El plátano de las islas, en años normales, suele tener una producción en torno a las 400.000 toneladas y se beneficia de una ayuda directa anual de la UE de 141,1 millones de euros (un cuarto del ingreso total del agricultor, si el mercado se comporta), esta dentro del programa Posei. Además, dispone de 20 millones al año en ayuda estatal al transporte de mercancías, la cifra de 2023, prorrogada este año.

Esta fruta isleña, la actividad agraria principal en Canarias, siempre ha estado enfocada a la exportación, con su único mercado en la Península, española y portuguesa. Los envíos fuera de Península no supusieron ni un millón de kilos en el último año con registros de Asprocan, de los 307 totales sacados fuera de las islas en 2022. 

Los productores plataneros locales no se habían visto en mucho tiempo en una crisis de precios tan intensa como la de 2023, al menos desde hace algo más de 20 años, tras su gorda debacle anterior, en el año 2001, la que llevó a la calle, en una manifestación histórica, a decenas de miles de productores, familiares y defensores de este cultivo en Santa Cruz de La Palma.

El plátano es la actividad agraria estrella por generación económica en toda la comunidad autónoma, donde hay unos 7.400 agricultores (algo menos, solo 6.462, si se considera la lista de perceptores del primer pago de la ayuda UE del año 2023) y 8.629 hectáreas en cultivo, según datos de Asprocan (2022). Este cultivo, intensivo de regadío, es esencial por lo que representa en la fijación de un paisaje singular en al menos cuatro de las cinco islas en que esa fruta se cultiva para mandar fuera (todas menos Fuerteventura y Lanzarote), con isla más productora la de Tenerife, seguida de La Palma y Gran Canaria, esta casi a la par de la segunda, y luego La Gomera y El Hierro, con un poquito en Fuerteventura.

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