El jefe de la Junta Militar birmana se reunirá con el enviado de la ONU

El jefe de la Junta Militar birmana, el general Than Shwe, aceptó reunirse este martes con el enviado especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Birmania (Myanmar), Ibrahim Gambari, quien le pedirá que acabe con la brutal represión de las protestas populares.

El veterano “hombre fuerte” de Birmania, un experto en la guerra psicológica, ha hecho esperar dos días a Gambari creando la duda de si haría un desplante al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien encomendó al diplomático nigeriano viajar inmediatamente al país asiático para tratar de infundir en los generales birmanos los conceptos de contención y diálogo. La conversación con Than Shwe, de 74 años, permitirá cumplir el requisito mínimo que se esperaba de Gambari en su difícil misión, el de al menos hablar con todas las partes interesadas.

El domingo se reunió en torno a una hora en Rangún con la líder del movimiento democrático birmano, Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz en 1991, en el domicilio donde ésta se encuentra confinada desde 2003. Suu Kyi, de 62 años, ha pasado 12 de los últimos 18 años bajo arresto domiciliario.

Gambari se entrevistó también con el primer ministro interino, el general Thein Shein, y con los titulares de Cultura, el comandante general Khin Aung Myint, y de Información, el general de brigada Kyaw Hsan, además de con altos funcionarios de Asuntos Exteriores. Nada ha dicho la Junta Militar del contenido de las conversaciones.

La entrevista con Than Shwe tendrá lugar cuando parece que la Junta militar ha logrado doblegar las manifestaciones antigubernamentales tras imponer el toque de queda el pasado 25 de septiembre. Las protestas, convocadas para denunciar el alza de precios de los combustibles y para pedir democracia, comenzaron con pequeños grupos el 19 de agosto y terminaron por congregar a más de 300.000 personas en todo el país el pasado 24 de septiembre, después de que los monjes budistas se pusieran a su cabeza.

Sin movilizaciones en Rangún

Sometida Rangún, donde ni el domingo ni este lunes se atisbaron movilizaciones, las autoridades actúan en el resto del país, mientras organizan una grandiosa marcha pública en favor del gobierno para demostrar a la comunidad internacional que cuentan con el apoyo de la población. La progubernamental Asociación para el Desarrollo y la Solidaridad de la Unión pagaba 3.000 kyat (unos 2,20 dólares) en Mandalay, a unos 600 kilómetros al norte de Rangún, por asistir al gran evento, que presumiblemente se celebrará este lunes, según la radio Mizzima.

El Gobierno sólo reconoce diez muertos desde que respondió a las manifestaciones pacíficas con balas de goma, gases lacrimógenos y porras, pero fuentes de la oposición creen que el número supera las doscientas personas. El caso más conflictivo es el del reportero gráfico japonés muerto el 26 de septiembre en Rangún, cuando empezó la represión brutal, de un disparo efectuado por un soldado a corta distancia.

El Gobierno japonés efectuará una nueva autopsia del cadáver para confirmar si, como se dice, el periodista murió de un disparo a bocajarro, y ha exigido la devolución de su cámara de vídeo, aunque el régimen birmano asegura que ha entregado todas las pertenencias.

Censura marcial informativa

Más de 1.200 personas, entre ellas 1.000 monjes budistas, han sido arrestadas en Rangún desde que empezó la represión, pero las autoridades no facilitan información de su situación. “Un periodista asesinado, otros cinco arrestados y unos diez heridos u hostigados: ese es el resultado hasta la fecha de los intentos de los medios de comunicación de informar de las manifestaciones en favor de la democracia” en Birmania, según Reporteros sin Fronteras y la Asociación de la Prensa Birmana.

La Junta Militar, que controla todos los sistemas de telecomunicaciones, ha impuesto un censura marcial a las informaciones referentes a las manifestaciones. Una persona declaró a radio Mizzima que tratar de sacar algo de información al exterior se ha vuelto “extremadamente difícil y peligroso”, y dijo que en Rangún la policía intercepta a cualquier persona en la calle con una cámara de fotos o un teléfono móvil.

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