Mauritania, en el ojo del huracán

Mauritania se enfrenta el próximo sábado a las primeras elecciones tras el golpe de Estado del pasado verano. Un golpe de Estado que fue portada en distintos medios y unas elecciones que, al menos en campaña, pasa inadvertida. 250 observadores vigilarán la transparencia de unos comicios claves para la seguridad y estabilidad de una región llamada a ser determinante en el futuro. Obama apostó por la salida que el sábado ve la luz, su transparencia y legalidad sería un portazo a Sarkozy.

Después del golpe de Estado, Mauritania ha entrado en un marasmo político del que saldrá, previsiblemente, tras las elecciones del próximo sábado. 250 observadores nacionales e internacionales tiene la misión de vigilar la legalidad de las mismas.

Mauritania, con apenas tres millones de habitantes y el doble de territorio que España, se enfrenta a unas elecciones en las que busca la tranquilidad institucional. Se trata de “un concurso para restaurar el orden constitucional”, alegaba ayer Mamadou Ba, presidente interino salido tras la negociación multilateral de los últimos meses en la que se ha impuesto la voz de Estados Unidos por encima de la de Francia, y por ende de la de España, que seguía la teoría gala de laissez faire, laissez passer.

El vecino Senegal ha hecho de anfitrión perfecto para canalizar una violencia política inesperada por el momento, pero clásica por el país. Un golpe de Estado en 2005 y otro el pasado año han hecho de Mauritania un país desgobernado por tiempos.

En Mauritania, cuya Constitución se refrendó en 1991, el presidente ostenta la Jefatura de Estado y forma parte del poder ejecutivo. El primer ministro es elegido por la figura presidencial. Su sistema político está dividido en un dos cámaras, existiendo una Asamblea Nacional, asaltada frecuentemente, y un Senado.

Después de las conversaciones mantenidas en Dakar, Senegal, el mes pasado la Junta Militar renunció al poder que había usurpado a la democracia. Este acuerdo dio lugar a un gobierno considerado provisional.

Ahora, la campaña electoral entra en la recta final sin que ninguno de los candidatos obtenga demasiados apoyos internacionales. Siempre por su pasado. Uno de ellos, Ely Ould Mohamed Vall es un gobernante militar con una considerable experiencia administrativa en el Departamento de Defensa. Según apunta las fuentes consultadas, en los últimos días su popularidad ha crecido.

Por otro lado, Ahmed Ould Dadah, de la Alianza de Fuerzas Democráticas, tiene la mayoría de los escaños en el Parlamento, también se ha postulado como candidato. Dadah terminó segundo en las últimas elecciones democráticas, siendo elegido, entonces, Abdallahi, que no se presenta, por lo que Dadah guarda esperanzas de conservar cierta popularidad.

En las elecciones del próximo sábado, si nadie obtiene la mitad de los sufragios, se irían a una segunda ronda que se celebrará el próximo 1 de agosto.

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