Al menos 70 muertos en el ingobernable cinturón tribal de Pakistán
Al menos 70 personas murieron este domingo en nuevos combates entre el Ejército de Pakistán y militantes protalibanes en el ingobernable cinturón tribal fronterizo con Afganistán, donde se ha desatado una guerra abierta contra el régimen de Pervez Musharraf.
El Ejército emprendió una nueva operación contra militantes islámicos en el distrito de Miran Shah, en la convulsa región de Waziristan del Norte, que causó la muerte de 20 soldados y 50 radicales, según un portavoz militar.
La operación, que el portavoz militar, Waheed Arshad, dijo respondía a una nueva emboscada contra un convoy lanzada ayer por los extremistas, llevó al Ejército a cortar la carretera que une Miran Shah con Bannu y a acordonar toda la zona.
Los soldados atacaron con morteros los supuestos escondites de los militantes protalibanes, a los que infligieron 30 bajas mortales en la zona de Mirali, donde el Ejército perdió a diez hombres.
Los combates se reprodujeron a lo largo del día en el área de Masukhel, donde otros diez soldados murieron y 12 resultaron heridos en un nuevo ataque a un convoy del Ejército.
En el contraataque, los soldados eliminaron a 20 de los atacantes, según el portavoz, que dijo que la operación continúa.
Horas antes, Arshad había rehusado confirmar informaciones sobre la muerte de cuatro mujeres y niños en esta operación, para añadir que las fuerzas paquistaníes “están atacando a los militantes, no a civiles”.
La región de Waziristán del Norte es, junto a la vecina Waziristán del Sur, escenario de ataques cotidianos contra el Ejército desde la operación militar lanzada contra la Mezquita Roja de Islamabad en julio pasado.
Tras el asalto contra la mezquita, que según el Gobierno era un nido de integristas armados, Pakistán ha sufrido una ola de atentados y el régimen de Musharraf se ha convertido en objetivo declarado de Al Qaeda.
Las víctimas son principalmente las fuerzas de seguridad paquistaníes, 300 de cuyos miembros están secuestrados por tribus de Waziristán y han empezado a ser ejecutados esta semana. “Es una guerra declarada, un enfrentamiento constante”, resume una fuente de seguridad, que explica que en la región apenas quedan combatientes extranjeros y que son las tribus paquistaníes las que se están levantando contra el Gobierno, además de proporcionar ayuda a los talibanes que luchan en Afganistán.
Después del asalto al templo capitalino, el presidente y general Musharraf volvió a desplegar tropas en Waziristán del Norte, echando por tierra un acuerdo con las tribus locales que, según EEUU, había convertido la región en refugio de talibanes y terroristas de Al Qaeda.
Un portavoz de los extremistas, Ahmadullah Ahmadi, advirtió ayer de que seguirán los ataques si el Ejército no se marcha.
Waziristán pertenece a las Areas Tribales Administradas Federalmente (FATA), un cinturón fronterizo con Afganistán poblado por tribus indómitas que pertenecen a Pakistán sólo teóricamente.
Apenas representadas en la Asamblea Nacional que, junto a las provinciales, eligió ayer a Musharraf para un nuevo mandato, pendiente de un fallo judicial, las tribus se sienten independientes y repudian la presencia militar paquistaní.
Con apenas un 10% de tierra cultivable y casi ninguna industria, el contrabando de armas y drogas es el principal medio de vida en las FATA, donde el 60 por ciento de los tres millones de habitantes vive por debajo del umbral de pobreza.
Ahora, Musharraf ha ofrecido la “reconciliación” a su rival Benazir Bhutto pues la nación -dice- requiere unidad para afrontar el reto del extremismo y del terrorismo que la asolan. Al hacerlo, ha prescindido de otros aliados en el pasado: la alianza de partidos religiosos MMA, que boicoteó su reelección el sábado.