Triple paridad, fuera
Para no andarme con requilorios, diré por lo derecho que CC sigue cultivando con esmero la desvergüenza. Es lo que se desprende de su rechazo del fondo y la forma de la propuesta de reforma electoral de la oposición; de toda la oposición, menos la ASG gomera liderada por otro CC, éste unipersonal: Casimiro Curbelo, o sea. Cabía esperar el compromiso cortés de su toma en consideración aunque fuera con la mano derecha en el bolsillo, ocultando por hipócrita cortesía, el radical estiramiento del dedo corazón. Por más que, todo hay que decirlo, buena parte de la responsabilidad de la descarnada malcriadez de los nacionaleros sea de socialistas y populares que han hecho creerse a los nacionaleros los reyes del mambo. Como si pudieran hacernos olvidar el que se marcó Silvana Mangano para escándalo de los seminaristas nacionalcatólicos y aceptáramos sucedáneos.
Quiero decir, en fin, que la oposición, populares y socialistas en especial, miran para otro lado para no denunciar la referida desvergüenza con claridad y contundencia, porque los condicionan sus expectativas de desbancar a CC no para transformar nada sino para ser los nuevos beneficiarios del tinglado del nacionalerismo levantado durante los cuatro lustros ininterrumpidos en que ha ocupado la presidencia de Canarias. Si, como se ha dicho, unos cuantos millones de españoles no habían nacido cuando se proclamó la Constitución, cientos de miles de canarios de hoy no han conocido otra cosa que CC y se han dejado convencer de que vale más malo conocido que bueno por conocer. En definitiva: hay una curiosa relación dialéctica de CC con PP y PSOE marcada por el quítate tú para ponerme yo y el hoy por ti, mañana por mí. Caimán no come caimán, es fama.
Estas reflexiones, por exageradas o equivocadas que puedan parecer a más de cuatro, llevan a la conclusión que habrán sacado no menos de ocho: antes o de forma simultánea con la reforma electoral, deberían reformarse los partidos políticos que dejan mucho que desear. Pero la que nos reúne hoy, aquí, es la reforma electoral, de modo que dejo la de los partidos para otro día porque, aparte de no tocar, me hacía sentir una extraña frustración parecida a la de los curas del colegio que nos daban los Ejercicios Espirituales ignacianos en su casona de Los Lagares tafireños: sufrían, los curas, ahora lo comprendo, conscientes de que de regreso al Mundo, el Demonio y sobre todo la Carne en aquellas edades, volveríamos a las andadas y las cogidas. Pero se trata de material no depurado aún por la introspección, toma ya, de modo que me voy a la reforma electoral que propone a CC la oposición que ha alarmado al nacionalerismo insularero que ha llamado a la defensa de la triple paridad de la que me ocuparé ipso facto porque decir enseguida es mucho tiempo para esta gente.
En su día, cuando se adoptó la triple paridad, no hubo objeciones serias. Yo mismo escribí a favor porque creía necesario entonces un sistema que permitiera a las islas no capitalinas zafarse de los poderes de la centralización de Las Palmas y Santa Cruz, las dos capitales provinciales, y recuperarse de su postración. Pero ocurre que desde el Estatuto de Autonomía de 1982, el que estableció la fórmula triparitaria, a hoy, las circunstancias han cambiado y nada justifica dejar el sistema como está. Además, no es previsible, por no decir imposible, que las islas no capitalinas vuelvan a caer en el abandono al contarse con la experiencia suficiente para prever mecanismos legales y políticos que impidan retrocesos al corregir disfunciones causadas por el paso del tiempo. Y prefiero no entrar ahora en que el sistema ha generado una clase política tan deleznable que se le nota pegado al trasero el cojín de la poltrona de su modus vivendi; sin contar con que la hiperparidad al uso ha hecho que, en ocasiones, recayeran importantes funciones públicas en personas poco idóneas para el desempeño de su encomienda merced a su distribución mediante las “cuotas insulares” que, por lo visto, no exigen más cualificación conocida que ser natural de la isla a la que le “tocó” el cargo en la piñata.
Califiqué la reacción de CC ante la propuesta de reforma sólo de desvergonzada porque uno procura, sin conseguirlo siempre, no decir palabrotas ante la marrullería con que los insulareros apelan al equilibrio entre islas, su gran coartada ya en franco descrédito. Porque se ha visto que su verdadero miedo es que les reduzcan las posibilidades de medro si les tocan la paridad a la que se han arregostado. Es llamativa la incoherencia con que reclaman la intangibilidad absoluta de la triple paridad en nombre de un equilibrio que no tiene en cuenta para nada el hecho, constatado en repetidas elecciones, de que los votos de los canarios no tienen el mismo valor pues gracias a la triple paridad poco más del 10% de los canarios elige a la mitad de los parlamentarios, aunque debemos agradecerles, eso sí, que permitan a más del 80% elegir la otra mitad. Menos mal que sí están dispuestos quienes se oponen a la reforma electoral a considerar la rebaja de las barreras insulares y regionales de acceso al Parlamento tras las elecciones, en reconocimiento de que miles de votos van de la urna a la basura. También aceptarían, en principio, que se le adjudicara un diputado más en la cámara regional a la isla de Fuerteventura, que pasaría de los 7 escaños actuales a 8. Lo que está muy bien con la salvedad de que tiene su coña que admitan a ese diputado precisamente quienes se oponen por tierra, mar y aire a que les toquen la triple paridad, sin percatarse de que el diputado añadido a Fuerteventura se la carga. Aunque sospecho que lo saben pero piensan que la paradoja juega a su favor. Y me explico.
La triple paridad la estableció el Estatuto de Autonomía en su disposición transitoria primera. Fue un encaje de bolillos que dejó chiquita a mi abuela, consumada maestra en la materia. Y tras fijar en 60 el número de diputados al Parlamento canario, volvió a superar con la distribución por islas de sus señorías la habilidad de mi dicha abuela en el reparto equitativo, entre nietos y agregados ocasionales, los churros del desayuno en las efemérides familiares hábiles para la chiquillería.
Quiero decir que de los 60 diputados que integran la Cámara, la mitad (30) corresponde a las dos islas capitalinas de Gran Canaria y Tenerife, a razón de 15 cada una; los 30 restantes, a las no capitalinas: La Palma y Lanzarote, 8 diputados cada una; Fuerteventura, 7; La Gomera, 4 y El Hierro, 3. Las tres paridades serían, por tanto: 1) Entre Gran Canaria y Tenerife (15 diputados cada una, como se dijo); 2) Entre los 30 parlamentarios sumados por las dos islas capitalinas y el total también de 30 de las cinco no capitalinas; 3) Entre los 15 diputados de cada una de las dos capitalinas respecto a los 15 que suman las islas de sus respectivas provincias.
La coña que les dije la habrán imaginado: el diputado añadido a Fuerteventura mandaría a la triple paridad a hacer puñetas del zapatazo. Con matizaciones porque si bien la paridad 1) quedaría igual, la 2) se iría a la porra mientras que la 3) no afectaría el equilibrio tinerfeño, pero sí al grancanario ya que Fuerteventura pertenece a su grupo provincial. Si por un casual se le reconoce a La Graciosa su condición de isla con derecho al menos a un diputado podría volver a formarse pues podría animar a reconocerle también la condición insular a los roques herreños de Salmor. No sé yo adonde puede llegar este archipiélago asirocado con jirones surrealistas donde puede surgir alguno al que se le ocurra propiciar nuevos desarrollos incorporando las Canarias sumergidas. Y ni les cuento como se le ocurra a San Borondón. Ya ni sé si se trata de paridades o de paridas venidas a más.
Pero has de arar con los bueyes que tengas aunque todo se te antoje leche machanga. La realidad es que esos grupos insularistas que hoy claman en defensa de la triple paridad hacen posible que CC y el espíritu ático insularero que les inspira lleven no menos de cinco lustros gobernando a su antojo las islas. Con la inestimable “comprensión” alternativa de PP y PSOE. No les haré la relación completa para insistir en que se trata de un Ejecutivo que va contra Gran Canaria movido más que nada por la añoranza de la capitalidad regional única, su obsesión. Lo que no quita para reconocer la inteligencia con que han transmitido los áticos ese espíritu hasta el punto de lograr gobernar Canarias sin ganar las elecciones. Incluso quedando terceros.
En términos generales, puede afirmarse que el mal radica en la pésima calidad democrática de que “disfrutamos” en la que, no lo olvidemos, CC es como es con la complicidad y complacencia, alternativa, del PP y el PSOE. Porque populares y socialistas se han alternado para acordar con CC su entrada, como socios, en gobiernos presididos por los nacionaleros a los que le han dado el consiguiente apoyo parlamentario, posibilitando en gran medida que lleven ya cuatro lustros al frente del Gobierno canario. Se ha limitado siempre CC a pactar con socialistas o populares que la mantiene en el Gobierno bajo la amenaza permanente de echar a los que estén de turno si se ponen tontos y darle entrada al que aguarda en el pasillo. O sea, que cada uno de ellos espera fuera su turno para sustituir al otro, previa la correspondiente crisis provocada en el momento oportuno. De ese modo, CC se ha mantenido presidiendo el Gobierno no sólo sin ganar las elecciones sino incluso quedando terceros por número de votos. Lo que se explica, como creo haber dicho, porque los áticos que controlan CC tienen bien trabajados a los diputados insularistas de las islas no capitalinas, que son otra pata y no la menos importante que le aportan votos parlamentarios con que completar los de socialistas o populares, que no pierden chamba ni hartos de vino, para sostener al Gobierno. Debe apuntarse que esa política de corte insularista y desnaturalización democrática es posible desarrollarla más fácilmente en la sociedad tinerfeña por cuestiones históricas, de conformación social y de idiosincrasia que no es, desde luego, la de Gran Canaria, donde ser insularista está mal visto y cada vez interesa menos la política por puro cansancio y donde la pobreza y la ignorancia aumentan a ojos vista ante la indiferencia gubernamental. Es justo anotar aquí, por cierto, que tras la crisis última, en la que el PSOE fue expulsado del Gobierno por Clavijo, el PP, con Asier Antona al frente en sustitución de Soria, no ha querido entrar en el Gobierno no se sabe el motivo aunque se intuya. Rompió el hombre la continuidad.
Volviendo a la mala calidad democrática, recuerdo que la propuesta de reforma electoral presentada por la oposición la mandaron a hacer puñetas el Gobierno y CC, que se negaron a considerarla y exigen que sean los proponentes quienes se encarguen de razonar la propuesta reservándose los nacionaleros un escueto sí o no. El estilo Rajoy ignorante de que en un sistema parlamentario (que no sea éste, claro) es inconcebible que un Gobierno se niegue a tomar en consideración las propuestas que le haga la oposición y responda lo del cuento del gallo Morón, que ni sí ni no. O sea, están dispuestos a que el Congreso de los Diputados tome cartas en el asunto y resuelva la reforma electoral ante la incapacidad canaria para sacarla adelante. Sería un 155 en plan pobre porque no creo que Clavijo vaya a mandarse a mudar a lo Puigdemont. Aunque, cualquiera sabe pues no sé en qué estaría pensando cuando se montó detrás de ET en plan Elliot. Tenemos, en efecto, un presidente que no nos merecemos.
Justo aquí terminé el miércoles pasado este artículo y ya lo tenía en capilla para enviarlo cuando, al día siguiente, jueves 25, encontré en La Provincia dos noticias relacionadas. La primera: que los empresarios ven la clara la necesidad de una reforma electoral y les preocupa que la actitud negativa de CC, acabe por pasarle el marrón al Congreso de los Diputados que, sin duda, lo resolverá como si el archipiélago fuera una sola pieza territorial que colinda con Albacete. La segunda noticia, la comparecencia de Jerónimo Saavedra ante la comisión parlamentaria del Congreso que estudia la reforma territorial. Fue en calidad de ex ministro de Administración Territorial y primer presidente de Canarias. El hombre hizo referencia a la actual polémica para dejar claro que si bien, en su día, hubo razones objetivas para establecer la triple paridad, ésta debería ahora eliminarse por cuanto ya no se dan las circunstancias que en su día la aconsejaron y ha sobrevenido otra nueva e inadmisible: que el 83% de la población elija el mismo número de diputados que el 17% restante, como apunté ya sin precisar tanto los porcentajes del disparate. Remató Saavedra su exposición asegurando que si no se cambia el sistema electoral, podrá decirse que Canarias no ha madurado social y políticamente.
Por cierto: para acabar ahora de verdad diréles que me madrugó Victoriano S. Álamo, en Canarias7, con su referencia a la publicación del Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros 2017 en el que aparece Canarias a la cola de las comunidades autónomas, muy por debajo de la media nacional, con el dato escalofriante de que el 43,6% no lee ni se molestó en abrir un libro en todo el año. Álamo contrapuso con buen tino el dato con la información del viaje de Fernando Clavijo y su cortejo de áticos a Inglaterra, para reunirse con directivos del Manchester City a fin de impulsar en Canarias los “deportes” electrónicos; eSports por mal nombre. Y diréles, ya en plan francamente vengativo por el madrugón insolente y nada respetuoso con las canas, que falló el articulista al no considerar la posibilidad de que el presidente fuera allá a enterarse de dónde coño va el play/off de los libros. Aunque acierta, para mi desgracia, en que el presidente desvela con este viaje en busca del comando oculto sus prioridades; pero vuelve a fallar al no reconocer que Clavijo es perseverante en su búsqueda pues también ha intentado servirse de ET para buscarle sentido a la vida. Aunque la expresión del extraterrestre en las fotos no es de complacencia por llevar en el sillín a un terrícola, lagunero por más señas.
¡Ay, gas, que no me vas!
No sé, la verdad, si ponerme conspiranoico, pero creo que ya debería alguien explicarnos el empeño del Gobierno y del empresariado, no todo, en gasearnos o gasificarnos, que no acabo yo de encontrar la diferencia. Uno, comprenderán, no es experto en energía más allá de lo que puedo leer por ahí. No entiendo, pues, tanta insistencia en el gas, contando incluso mentiras: si el planeta está tan amenazado como parece, si el cambio climático es bastante más que el cuento chino que dice Trump y se pretende que en 2050 se haya descarbonizado con el retroceso del petróleo y sus parientes cercanos entre los que figura el propano que, imagino, alguna relación tendrá con el aire propanado, menos entiendo todavía la cosa..
No la entiendo porque ya sabemos que las islas, que nunca han dispuesto de materias primas claves se encuentra, de repente, con que cuenta con dos fuentes de energía limpias e inagotables como el sol y los vientos. Si eso es así, habría que preguntarse la razón de que los políticos no se rompan el pecho para coger ese camino que está bastante explorado ya; al menos lo suficiente para que las islas puedan convertirse en líderes de este tipo de energía. Pero ocurrió que en Gran Canaria salió un sujeto ya de triste recordación, José Manuel Soria, que torpedeó la posibilidad canaria de aprovechar esas fuentes energéticas y que, encima, abortó proyectos como el eólico de Arinaga, asunto que sigue pendiente de juicio, forzando el abandono de al menos uno, que yo sepa, de energía solar fotovoltaica. Por no hablar de las dificultades puestas al autoconsumo y su labor ministerial al servicio de las grandes eléctricas. Una joya el personaje, demasiado conocido como para que no hicieran por trincarlo en un renuncio para sacarlo del Ministerio. Porque a ver quien se cree que lo de Panamá fue casual, con las prisas que se dieron para quitarlo de en medio.
Si antes dudé acerca del verbo correcto para designar la acción gaseosa, qué era más apropiado, si gasear o gasificar, ahora vuelvo a no saber cuales son los sustantivos que se corresponden a los verbos, si gaseo o gasificación. Lo único que tengo claro es que Antonio Morales, como presidente del Cabildo grancanario, no está dispuesto a admitir en su jurisdicción otro gas que no sea el del Agua Firgas.
Por mi parte, este es de los asuntos en que me sobreviene enseguida el pronto conspiranoico. Es decir, la certeza de que hay intereses poderosos que necesitan colocar gas natural y se han hecho su huequito en Tenerife, como los hay ahora que tratan de colocarnos el gas propanado. Todos y los que vendrán presentados como combustibles “puente” antes de la definitiva implantación de las energías alternativas que dicen son el objetivo final. No creo, la verdad, que los inversores renuncien a la amortización y a los beneficios sine die de su inversión para la construcción de las infraestructuras demandadas por el uso de esos gases, su transporte y su distribución domiciliaria.
El volumen de esas inversiones es de tal calibre que tengo yo serias dudas de que una vez realizadas se permita el desarrollo de las alternativas de las que Canarias está bien provista. O sea, que hay un error de bulto: el gas no va a ser puente hacia las alternativas sino que acabará más bien puenteándola, que no es lo mismo. Mucho me temo que ya no podremos decir que las alternativas comenzaran a caminar cuando las ranas críen pelo porque ranas quedan pocas y pronto ninguna que críe algo.
Por cierto, se me ocurrió mirar cómo andábamos de empresas relacionadas más o menos con el aire propanado, no “profanado” que dice uno de tierra adentro, del que sospecho que lo decía con intención. Pero a lo que iba: hay, concretamente en Gran Canaria, veintidós dedicadas a reparaciones, instalaciones y demás aunque sospechen que le pegan a lo que le echen y se han apuntado ahora al propano del que se habla.
Merkel, sobrevalorada
Klaus Geiger es el redactor jefe de Internacional de Die Welt y parece compartir la extrañeza que sienten muchos observadores cuando observan que sus colegas consideran a la canciller Merkel clave para la estabilidad europea. Todo acompañado de los correspondientes suspiros de alivio pues, por fin, la dirigencia de los socialdemócratas alemanes, el SPD, superó sus reticencias y autorizó a Schulz a negociar con el CDU de Merkel la renovación de su alianza. A expensas de que la militancia valide la negociación final. Podrá haber gobierno hacia finales de marzo, según parece.
Dentro de la crisis general de la socialdemocracia europea, la alemana es indicativa y de la mayor trascendencia. Está muy extendida la idea de que al SPD le conviene una buena temporada en la oposición y la recuperación de sus señas de identidad para no sucumbir. El 20% que obtuvo en las elecciones legislativas de septiembre no ha hecho sino prolongar su retroceso que se atribuye precisamente a sus coaliciones con Merkel. Algo sobre lo que deberían reflexionar los socialistas españoles. Porque, entre otras cosas, una es no estar de acuerdo con el independentismo catalán y combatirlo si es necesario y otra, muy distinta, comprometerse con Rajoy a secundar sus iniciativas, que son las que han sido.
Y vuelvo a Ángela Merkel y a las dudas de Geiger respecto a que sea clave de la estabilidad europea. Para él hay dos brechas que impiden a la canciller liderar y mediar para cumplir con ese papel estabilizador. La primera brecha sigue la línea del antiguo telón de acero con Estados ya miembros de la UE pero con una visión más nacionalista y autoritaria de la gobernación. La segunda brecha corre, dice Geiger, a lo largo de los Alpes: con la crisis del euro los países del Sur se distanciaron de los del Norte. Creo haber abordado ya aquí este asunto de las mentalidades que separan a los dos grupos: el Norte muy apegado al ahorro y a una vida austera, concebida para trabajar y al que horroriza endeudarse y el Sur con formas de vidas que suelen ir en sentido justamente contrario, desde trabajar para vivir si no queda más remedio a lo que haga falta. El Norte piensa que lo que ellos producen lo gasta el Sur con demasiada alegría. Lo que que ha dado argumentos al nacionalismo xenófobo europeo para marcar y agrandar las diferencias.
En esta tesitura fue clave para la imagen de la canciller que cuando la crisis del euro procurara que los países del sur recibieran ayudas pero condicionándolas a que aplicaran duras medidas de ahorro. Por fin, en 2015, pensando en la imagen de dureza que se había creado, anunció el fin de la austeridad y de la disciplina presupuestaria. Pero ya había irritado lo suyo el error de imponer sus criterios con olvido de los usos comunitarios de adoptar los acuerdos por unanimidad, lo que, según Geiger, puso a los países que sufrieron la brutalidad nazi ante la tesitura de plegarse de nuevo ante Alemania.
Hubo, añadiría por mi parte, un momento en que Emmanuel Macron, el presidente francés, parecía llamado y dispuesto a entenderse con la canciller y poner en marcha el entendimiento franco-germano que durante mucho tiempo fue eje del proyecto europeo. Sin embargo, Macron debió comprender que no era Merkel la mejor compañía para ese viaje y aunque pudiera ser casual, me parece significativo que mientras en Alemania trataban el SPD y el CDU de cerrar sus conversaciones para gobernar, Macron se reunía en París con Sebastián Kurz, el joven canciller austriaco que, por cierto, ha aceptado entenderse con la ultraderecha de su país. A lo que iba: Macron y Kurz no están por esperar a Merkel que tardará al menos un par de meses en coger resuello. Sigue sobrevalorada, pero menos. Cabe suponer que la UE lleva camino de reorientarse y que Merkel va ya de salida. Un motivo más para que el SPD se piense renovar la coalición con Schulz, que tampoco está para triscar por los Alpes.