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Antonio Hernández Pérez: La nacionalidad del poeta radica en su obra

Juan Calero Rodríguez

‘No puede concebirse un creador que no lea ni estudie.’

Aunque nacido en 1909 en Tenerife, como poeta, Antonio Hernández Pérez es cubano, porque su familia se traslada a la mayor de las Antillas cuando el niño contaba solo un año. Se trasladan primero a Yaguajay y luego a Caibarién, en la zona central del país, donde fue a parar el grueso de los canarios que emigraron a Cuba. En esta última ciudad residió hasta su muerte en 1975.

Mi infancia fue un calambre.

Tuve la muerte entre los dedos.

Soñé con piñatas, ciudades de hielo, puertos

de mástiles borrachos, subterráneos azules.

El instinto con el que nacemos nos hace desarrollar la vocación que nos marca el camino de la vida. A pesar de no haber rebasado la enseñanza primaria y crecer en un ambiente rural semianalfabeto, no obstante, desde que tenía veinte años funge de corresponsal en El País Gráfico, Vanidades, Surco, Cúspide (en la provincia de La Habana), y fue uno de los fundadores del diario Juventud y de la revista Archipiélago, en Caibarién, de la que formó parte de su consejo de redacción. Adoptó la ciudadanía cubana en 1944. Por esa época era miembro del grupo Villa Blanca. En 1967 funda el taller literario de la ciudad y más tarde, la revista Con la Mies en Parva.

‘No nacemos con el cuento, o la novela bajo el brazo.’

A veces sin desearlo, nos vemos en el vórtice de algún huracán que nos lanza por otros derroteros. Eso le ocurrió a nuestro poeta: dos años después del polémico premio a nivel nacional e internacional Fuera del juego, de Heberto Padilla, otorgado por un jurado internacional compuesto por los cubanos José Lezama Lima, uno de los grandes autores de la literatura latinoamericana; Manuel Díaz Martínez, destacado poeta, periodista y diplomático de la primera etapa de la Revolución Cubana (hoy en día vive en Las Palmas de Gran Canaria y es miembro de la Real Academia Española), y José Zacarías Tallet, considerado una de las figuras trascendentes de la poesía contemporánea; el peruano César Calvo y el inglés J.M.Cohen; Antonio Hernández Pérez obtiene el Premio Julián del Casal, de la UNEAC, 1970 (Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba) con el poemario De pronto sales con tu voz creando otra polémica por ser un escritor casi desconocido en las lides nacionales, básicamente por haber sido el primer galardonado sin que viviera en la capital, teniendo publicado solamente hasta ese entonces Vientos sin pauta (veinticuatro años antes con una limitada publicación) y moverse en los espacios no institucionales de los talleres literarios.

Reitero a los jóvenes lo que ha sido siempre mi tema de batalla en todos los encuentros literarios: buenas lecturas, estudio, vehemencia por el oficio.’

Cuando el poemario de Antonio Hernández Pérez no había salido aún de los talleres de edición e impresión, se desatan: el Caso Padilla y su condena internacional; el I Congreso de Educación y Cultura; y la instrumentación con la posterior aplicación de la nueva política cultural del Gobierno cubano que produjo el inicio del llamado Quinquenio Gris, que provocó tantos debates hasta varias décadas después.

‘El oficio se madura por la vía del trabajo y la confrontación.’

Autor de obra irregular donde Vientos sin pauta, (Talleres Gráficos de Tamayo, La Habana, 1947) con estética neoromántica, plagado del verso alejandrino y rimas asonantes ortodoxamente colocadas. De pronto sales con tu voz, (UNEAC, La Habana, 1971), su mejor libro, es una gran catarsis estilista con las influencias de las vanguardias latinoamericanas de preocupación social. Contigo comparto la poesía (1973), En la ventana abierta (1974), En Los árboles (Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1975) con el influjo del verso libre, fue premiado con una de las menciones en el Concurso 26 de Julio, en 1974 y Palo verde, libro escrito en décimas espinelas con corte filosóficos, también premiado con una de las menciones en el Concurso 26 de Julio, de 1975, en el mismo mes de su muerte, con su posterior publicación en 1978 y Yo digo mi valle (1976). Obtuvo Mención Casa de Las Américas 1973 con Entre la muerte, lunas rojas y también obtuvo Mención en La Edad de Oro, en el 1974.

En 2007, la editorial Idea, en Canarias, publicó una antología La poesía no se detiene con toda su obra.

También publicó Antonio un libro de versos para niños titulado En enero, la flor, en edición compartida con los autores Fidel Galbán y Emilio de Armas.

Este es mi sitio

Todos los trenes iban hacia el sur.

Mi pelo era negro y fuerte, mis ojos

Pequeños, pero miraban hondo

Como si quisieran taladrar las lomas,

Sus cortinas de verde y piedra.

Todos los trenes iban al sur.

Yo llegué al norte. Dije adiós

A mucho que jamás volvería a ver.

No los extrañé mucho, seguramente

Ellos se olvidaron de mí.

De los puertos del norte

Todos los trenes parten hacia el sur.

Todavía este es mi sitio, como ayer,

Para decirle adiós a los viajeros

Que parten hacia el sur

O que se van al norte.

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