Puntallana: el volcán, Santa Lucía y la Danza de los Marinos

13 de diciembre de 2023 20:25 h

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Sobre las 20.00 horas del 13 de diciembre de 2021, este miércoles hace dos años, cuando la bella imagen flamenca (s. XVI) de Santa Lucía del municipio palmero de Puntallana ya se encontraba en su pequeña ermita, de regreso de la procesión al Calvario, comenzó a registrarse el decrecer y decrecer de la erupción volcánica de Cumbre Vieja (2021). 

El volcán se estaba “apagando” y los medios de comunicación tímidamente en aquellas primeras horas lo daban a conocer. 

De seguro que muchos fueron los vecinos de Santa Lucía y de La Palma que se encomendaron e invocaron en ruego a la santa pidiendo la conclusión del maligno volcán de Cumbre Vieja que en ese momento estaba en erupción. Así se hizo en la oración de los fieles durante la solemne celebración litúrgica en la ermita de Puntallana, el día de la festividad, y muy pocas horas antes de registrarse el decrecer de la erupción. 

Relata las crónicas cristianas que Lucía (luz) fue sometida a “suplicio con aceite y pez hirviendo” y logró repelerlo. En el martirio de la joven santa aparece un incandescente fuego a máxima temperatura. La Palma debe tomar el testimonio de Lucía y continuar en el empeño de “repeler” las malignas consecuencias de la erupción volcánica.

Santa Lucía además de patrona de los invidentes, lo es también de numerosas profesiones y colectivos. Es patrona de los pobres, de los niños enfermos, de los campesinos, electricistas, modistas, chóferes, fotógrafos, afiladores, cortadores, cristaleros, sastres, fontaneros y escritores. Hoy es su festividad y así lo celebra solemnemente Puntallana. 

La romería a Santa Lucía 

De viejo les viene a los palmeros de toda la isla ir en “romería” a pagar promesas al pago puntallanero de Santa Lucía. La ermita de la santa de Siracusa (Sicilia) dio nombre a este pago, en la ladera de la montaña de Estalero. 

La fecha de construcción del templo no se conoce con exactitud y el primer dato que se tiene es de 1530. Fue servida por mayordomos, quienes administraban los tributos en favor de la santa destinados a la conservación de la ermita y a la celebración de su fiesta. 

A la romería, una de las más importantes de La Palma, acudían peregrinos hasta los años treinta y cuarenta de este siglo que, utilizando como bastón cañas dulces adornadas con flores y frutos, cantaban: “Vengo de Santa Lucía / ¡No hay caña como la mía!” y se escuchaba el dicho popular: “El día de Santa Lucía, / crecen las noches/ y menguan los días”. Las cañas adornadas con flores y frutos se habían perdido y gracias al empeño de unos pocos entusiastas puntallaneros se ha recuperado e incluso convocando concurso que premia a la más bella y tradicional. 

Hoy como ayer, el 13 de diciembre, en torno a la ermita mudéjar del siglo XVI y en medio de un palmeral, actos tradicionales, ventorrillos, verbenas, novenas, todo preparado para el paso procesional de la talla flamenca del siglo XVI por un lugar enramado con palmas, banderitas de colores y cañas con frutos que arropan la festividad de Santa Lucía. Esta devoción es profunda en La Palma, conservándose varias imágenes repartidas por toda la geografía insular. 

Su arraigo se ve reflejado incluso en una de las más bellas y conocidas tradiciones palmeras como es la leyenda del Alma de Tacande. Cuentan que, en 1628, el alma de la difunta Ana González, “descargó” sus pecados en el lugar de Tacande, en el actual municipio de El Paso. Delante del fraile Juan Montiel, el Alma habló y pidió que cumplieran por ella una promesa que había hecho a la “Bienaventurada Santa Lucía, por mi hija María, que nació con un grano en un ojo”. 

En la ermita puntallanera y única bajo esta advocación titular en la isla se instaló en 1701 la espadaña -con una sola campana- sobre la puerta principal (la antigua campana estaba sostenida entre palos) y en 1907 se le incorporó el pulpito barroco de la desaparecida ermita de San Francisco Javier de Santa Cruz de La Palma. 

Un único retablo, -de estilo neoclásico, alberga la talla flamenca de Santa Lucía, que se supone de algún taller de los Países Bajos de principios del siglo XVI. La imagen, de menudas facciones, aniñado semblante y porte elegante, lleva los símbolos de su advocación: la palma de martirio y una bandeja con dos ojos. 

La tradición cristiana cuenta que Lucía de Siracusa se arrancó los ojos para no acceder a los requerimientos indecorosos de un “enamorado”, mandándoselos en una bandeja. Ante tal muestra de fe. Dios le restituyó los ojos y la visión. Razón por la que es la abogada de la vista. 

Se conservan en la ermita antiguos exvotos de oro y plata en forma de ojos y cada año, cumpliendo nuevas promesas, los devotos depositan amorosamente exvotos de cera en forma de ojos, que van depositando en una repisa instalada cerca del altar. Un par de ellos por cada persona que acude o familiar que se encuentra imposibilitado para acercarse hasta el templo en ese día. 

Según relata Alberto José Fernández García en el periódico “El Día” de 25 de diciembre de 1972 “Fue muy corriente, en tiempos pasados, ver a los devotos subiendo de rodillas toda la cuesta que sube hasta la iglesia, la que tiene su comienzo en la antigua cruz de su nombre. Todavía hay hoy personas que ofrecen este holocausto en tan señalado día”. 

La danza de los marinos 

En 1993, al llegar la procesión al Calvario, y según el programa editado, se celebraría “la representación alegórica de los marinos”, una interesante, tradicional y peculiar danza que gracias al empeño de la Asociación de Vecinos de Santa Lucia se ha recuperado, no sin esfuerzo, y hoy se encuentra incorporada al amplio repertorio festivo de la isla de La Palma. 

Gracias a la memoria y enseñanza de doña Arsenia Sánchez Vidal, nacida en 1924, y de su hija María Nieves Cabrera Sánchez, los “cantares” y la danza de los marinos a Santa Lucia no se han perdido. Además, han pasado generosamente el testigo a las nuevas generaciones de puntallaneros. Doña Arsenia nos contó que en 1948 fue la última vez que ella lo bailó y según le había enseñado Juan Ferraz, un barloventero que vivía en el pago de Santa Lucía. Nos relataba, hace muchísimos años, que en esa época los dineros eran escasos y qué, “las ropas las hacíamos con holand blanco, una tela muy barata, y los gorros o sombreros con el cartón de almanaques”. 

La danza tiene letra y música propia, con parte instrumental, con solos de voces y coro. La desarrollan once parejas de niños y niñas vestidos de marineros portando arcos, que ejecutan diferentes figuras precedidas de uno -siempre el más pequeño- que lleva una asta con la bandera española. La música la interpreta una rondalla local de cuerda y púas. Publicamos la letra de algunas estrofas, de autor desconocido.

 

Marinos valiente

vamos a danzar

antes de rendirnos

vencer y luchas

 

Nuestra Patrona Santa Lucía,

todos venimos con gran afán,

hemos venido con alegría

hemos venido aquí a danzar.

 

Toda la escuadra de marinos

hijos del pueblo de San Juan

a nuestra fiesta hemos venido

todos al mando del capitán.

 

De las antiguas representaciones de los años cuarenta se conserva material fotográfico. En una de esas imágenes se aprecia que la danza iba “escoltada”, por dos guardias civiles -en realidad jóvenes de la localidad disfrazados- debidamente uniformados. Según los protagonistas de esos años la danza se representó en el municipio de Barlovento en fechas desconocidas, donde “acompañaba a los tocadores y bailadores un barco de tela o papel”. 

Antiguamente los danzantes y rondalla esperaban a la Santa en la puerta de la ermita y la acompañaban en el recorrido procesional hasta llegar al Calvario, lugar, donde le bailan su danza. Hoy la procesión es acompañada por la Banda Municipal de Música, los marinos, las autoridades y fieles y en el lugar de El Calvario le espera la rondalla.

Este año la devota imagen de Santa Lucía ha recorrido, cargada de devoción y cariño especial y por primera vez después de cinco siglos, la geografía municipal. Hace unos días regresó a su casa para la celebración anual del 13 de diciembre, Santa Lucía. 

 

*María Victoria Hernández es cronista oficial de la ciudad de Los Llanos de Aridane (2002), miembro de la Academia Canaria de la Lengua (2009) y de la Real Academia Canaria de Bellas Artes San Miguel Arcángel (2009)

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