Llevé a un pariente que venía recomendado por otro pariente más cercano, a dar la vuelta a la isla, pieza esencial del folklore palmero, le gustó mucho, la verdad, tanto que se olvidaba hasta de comer, cosa muy extraña en un gallego, me preguntó cuál era la población de la isla, claro, le hablé de los ochenta mil de siempre, aunque le comenté que un político muy conocido me había comentado que de hecho éramos poco más de cincuenta mil, lo cual le extrañó teniendo en cuenta la gran cantidad de vehículos que circulaban y la dificultad de aparcar en las principales poblaciones. Bueno, tenía razón La Palma es una isla muy poblada... de vehículos, hay casas con cuatro, cuatro coches y no cuatro por cuatro, que también. Además, circulan miles de coches de alquiler, todos por las mismas vías. Le comenté con cierta retranca y que esto no salga de la punta del muelle, que en Canarias por renta había dos archipiélagos, el de primera división turística, Gran Canaria, Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura y otro de segunda división, La Palma, La Gomera y El Hierro, y el que no me crea que compruebe los aumentos de población y de renta de unos y otros. Estancamiento de población igual a estancamiento económico, lo demás son monsergas muy románticas, pero esto no es una serie de Netflix. No seré cínico, para que esta situación se mantenga tiene que haber gente que se beneficie de ella, y no diré que no me gusta como jubilado esta tranquilidad, este abusar de la absoluta belleza y la cada vez más relativa seguridad de la isla mientras cubanos, venezolanos y colombianos salvan al sector platanero. Y no es que yo lo diga, son datos fácilmente contrastables. En fin, seguiremos jugando la promoción a primera. Llegado a este punto al gallego se le abrió el apetito y comenzamos a hablar de fútbol mientras nos dirigíamos al restaurante más cercano. Y La Palma es lo que tiene, algunos no la cambiamos por nada.