“La artesanía ha sido un medio y un plan de vida”: Ana Denis Pérez Rodríguez, Mujer Destacada del Municipio de Santa Cruz de La Palma 2024

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Santa Cruz de La Palma —

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Como otras tantas mujeres de su generación, Ana Denis Pérez Rodríguez (Santa Cruz de La Palma, 17 de enero de 1944) comenzó su carrera como bordadora realizando encargos para la Paragon Art Line Company, conocida popularmente en La Palma como la Casa Americana, la Casa de Bordados o la Casa de los Cojines, establecida en la calle Álvarez de Abreu de la capital palmera. Sin antecedentes familiares en este ámbito, primero por incrementar su economía doméstica y enseguida también por propio gusto, el bordado de cáñamo, la costura —con especial dedicación a los trabajos de indumentaria tradicional de la isla de La Palma— y, entre los bordes históricos, el punto indefinido, se han convertido en vocación, en pasión y en plan de vida.

El bordado constituye su trabajo ejecutado con el placer de quien hace lo que le gusta. Precisamente por eso mismo, porque no ha dependido exclusivamente de esta actividad, compaginó esta tarea con las labores familiares, renunciando a otros posibles trabajos fuera del hogar. Como mujer plenamente libre (en el más amplio sentido de la palabra) tomó de la decisión de dedicarse, por convicción y vocación, a su familia. 

Reconoce que nunca le ha faltado nada y que era quién administraba la economía familiar. “Mi marido llegaba a casa, se vaciaba los bolsillos y lo administraba yo, y nunca me preguntó en qué lo gastaba ni en que lo deje de gastar”, dijo. “Si me sobraba, pues lo llevaba a la Caja de Ahorros. ¿Que otro mes no me sobraba? Pues nada, bien gastado estaba”.

A diferencia de otras compañeras de oficio, no recibe encargos y, en su quehacer artesanal —que ha exhibido no sólo en ferias y exposiciones celebradas en La Palma, sino también en Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote o Tolosa (Guipúzcoa)—, ha primado siempre su propio criterio, de manera que ha bordado lo que ha querido, combinando la paleta de hilos a su gusto. De ahí que su mayor satisfacción sea que el público compre estas creaciones realizadas según su inspiración y sus predilecciones.

Los recursos que le ha brindado este trabajo han sido invertidos invariablemente en su propia familia, con ese espíritu inquieto de quien mira al futuro y a los suyos con el deseo de ayudarlos. En los momentos de dificultad emocional, el bordado ha sido el baluarte en el que se ha defendido y en el que ha puesto su empeño, su tiempo y su creatividad. 

La presente entrevista fue realizada en el domicilio de la homenajeada, el pasado lunes, día 11 de marzo de 2024. La transcripción de la grabación corre de la mano de la administrativa Carmen Lidia Rodríguez Paz, adscrita a la Concejalía de Patrimonio Cultural.

Comenzamos la entrevista a Ana Denis. Me gustaría que me comentara cómo fue su inicio en el mundo de la artesanía: si fue herencia familiar o si fue un aprendizaje al margen.

No, no fue por herencia familiar. Fue porque me gustaba, me parecía una actividad interesante, creativa… y que además suponía un ingreso extra para la economía familiar.

Pero, ¿por qué usted había visto algo o tenía algún referente?

No. Con trece años, tampoco había muchas alternativas. Tuve la oportunidad de iniciarme en el bordado artesanal y me pareció una actividad interesante.

Con trece años empezó. Y ¿qué fue lo primero que bordó?

Pues doce rosas pequeñitas, que me pagaron a dieciséis pesetas. Tampoco me olvido. Y dos fundas de almohada, que me pagaron a once pesetas con cincuenta céntimos.

Las doce rosas a dieciséis pesetas y las fundas de almohada: eso fue lo primero que usted hizo para vender.

Sí, era de la Casa de los Cojines. Había un señor, que era como el jefe, que iba por los campos y repartía el material. Te estoy hablando de hace cuarenta años (la Casa hace treinta y seis años que cerró). El trabajo de la Casa de los Cojines era muy importante para muchas familias. Te daban números para asignar el trabajo y la gente se levantaba de madrugada a coger los números.

¿Usted compaginaba esta actividad con otras? ¿Iba a la escuela o ya había dejado de ir?

Sí, iba a la escuela.

¿Y con esto colaboraba usted con la economía familiar?

Sí, porque si ganaba once pesetas era más dinero que hoy. Y así empecé y fui poco a poco... Y cada vez era más y me ofrecían cosas mejores. Irma Mederos, Nena Hidalgo y su hermana, Amparo Hidalgo: todas ellas eran empleadas y eran las encargadas de repartir el trabajo.

Y luego estaban ustedes, que hacían los encargos en sus casas.

Sí. Te hacían el encargo y te daban un plazo para entregarlo. Si cumplías y entregabas el trabajo en el plazo, pues tenías trabajo; si no cumplías, pues no.

Si no, ya no contaban con ustedes. 

Yo ya tenía tres niños pequeños, pero siempre buscaba hueco para entregar mis trabajos. Muchos días ponía el despertador a las tres o las cuatro de la mañana para poder terminar a tiempo. En los partes de trabajo venía numerado las zonas a bordar y los colores asignados, pero todo venía en inglés. Yo no sabía inglés, pero lograba entender cómo tenía que hacer cada cosa.

Y así compaginaba usted la crianza de sus hijos.

Fueron tres en cuatro años, ¡imagínate! Después… los otros dos sí se llevan un poco más. Al principio fue difícil, pero luego me adapté. Mi marido era un hombre muy responsable, dedicado al trabajo, con un taxi, primero en Santa cruz de La Palma y luego en el aeropuerto. El trabajo del bordado ayudaba mucho a la economía familiar y yo también disfrutaba de poder comprarles cosas que necesitaban.

Claro, era su medio de colaborar. Y así se convirtió en su oficio. No se dedicó a otra cosa sino al borde.

No. Y tuve oportunidades de tener trabajo en el Hospital de Dolores, pero al final una familia con cinco hijos te deja sin tiempo, sobre todo en aquella época.

Y dedica mucho tiempo a su trabajo artesanal.

Fundamentalmente por las tardes, cuando me libero de todo el trabajo en casa.

La oportunidad que ustedes tenían de trabajar se acabó cuando cerró la Casa Americana.

Sí, mucha gente se quedó sin ese trabajo y esos ingresos, que eran muy importantes para la economía familiar de muchos.

¿Y que me dice de la formación?

Yo me he ido formando poco a poco, aprendiendo. Por ejemplo, el indefinido no lo sabía bordar, pero me gusta y se me da muy bien; la presilla, no me gusta, ni se me da muy bien. También es muy importante el tema del cisnado (dibujo que sirve de guía para bordar), ya que hoy en día hay muy poca gente que cisne y eso nos obliga a que lo hagamos las propias artesanas. Para la formación es fundamental tener el carne de artesana. Yo fui de las primeras en tener carné artesano y lo recomiendo.

Y eso, ¿en qué año fue? 

Pues fue en los ochenta o los noventa.

Su carné es el número 100. 

Sí, recuerdo que fui con una compañera que hemos estado siempre juntas en las ferias. Es como una hermana para mi. Se llama Elda Pérez Castro y tiene el número 114. Ella es realmente quien se merece una distinción de este tipo.

¿Le queda algún objetivo por cumplir? Yo creo que el gusanillo de la ropa típica la tiene… 

Yo la hago. He trabajado trajes típicos, sobre todo trajes para la familia. He hecho camisas, justillos, enaguas bordadas…

Y encargos. 

No. No me gustan los encargos. En una reunión que fue en Mazo, una vez, me dijeron que era la única persona a la que no le gustan los encargos. A mí me gusta bordar lo que yo quiero y después que tú llegues y digas: «Ay, esto me gusta», lo veas y lo compres.

Mira, en Navidad me llamó una chica que conozco. Yo tenía dos chales bordados y me dijo que si los había vendido en Tenerife y le dije que no. Entonces me dijo que se los empaquetara y le dije que no, que a mí me gustaba más que los viera primero, pero ella me contestó que ya los había visto en la Feria de Artesanía de Mazo. Entonces, si es así, sí (que se los compró para dos hijas). Me gusta hacer lo que a mí me gusta y si a alguien le gusta, pues mejor, satisfecha.

¿Qué oportunidades le ha dado la artesanía? Usted me comentó de viajar, de conocer. 

ADRP. Sí, he estado prácticamente en todas las islas y también en alguna feria en la Península.

Ha ido a las ferias de aquí. 

Sí. Ya voy dando la segunda vuelta. He ido a todos los pueblos con la feria insular de artesanía. Este año toca en San Andrés y Sauces y el año que viene a Santa Cruz de La Palma, que es la Bajada de la Virgen. Igual no voy porque siempre hay más gente que quiere venir, porque le doy sitio a otro. 

Y como artesana bordadora, ha participado en otras actividades. 

Sí, siempre he intentado participar y colaborar, desde los talleres de costura de la Bajada de la Virgen, hasta colaborar elaborando la ropa de los gigantes y cabezudos… o también bordando estandartes de imágenes de la semana santa.

Así que usted ha sido colaboradora activa en los talleres de costura de la Bajada de la Virgen. 

Yo he ido a tres Bajadas de la Virgen. Colaboras y disfrutas mucho.

Era una oportunidad que tenía y compartía con otras artesanas. 

Sí, siempre nos gusta trabajar y colaborar juntas. Actualmente nos reunimos en un local un grupito de artesanas que nos llevamos bien y compartimos. Vamos dos veces en semana. Pero no hay ninguna profesora, sino que cada una hace lo que quiere y, si una no sabe algo, otra la ayuda. Y así.

Y, usted, ¿qué siente al bordar, qué piensa? 

Es mi distracción. Yo a la calle no salgo mucho. Es un hobby pero también una actividad que me gusta mucho.

Y de la familia, ¿alguien ha heredado este oficio? 

Mi hija la mayor hace las cosas bien hechas: hace crochet, borda más o menos bien; pero, además, tengo otra más pequeña que ni coge la aguja.

¿Qué le diría usted a las nuevas generaciones? 

Pues que se animen, que es una actividad muy bonita, creativa, que se puede realizar de forma independiente, sin depender de nadie.

¿Es difícil conseguir los materiales? 

Sí, es complicado. No hay hilos.

Cuesta conseguirlos. En La Palma los puedes comprar en algún sitio, pero yo he comprado en la Península y mis hijos me han comprado por internet. Además, son caros.

Usted sabe que este reconocimiento que se le va a hacer está enmarcado dentro del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, por la reivindicación y la lucha que se ha promovido y que han llevado a cabo mujeres como usted. Entonces, queríamos preguntarle si usted ha visto diferencias o desigualdades en este ámbito de la artesanía por ser mujer. 

No, yo creo que hay modalidades artesanales que históricamente han estado vinculadas a la mujer, como el bordado, y otras al hombre, como la herrería o latonería.

Es una profesión que está feminizada y principalmente son las mujeres las que la ejercen. 

Creo que es una cuestión de hábitos, sobre todo porque hay que contextualizar esta actividad artesanal en una época que nos lleva 40 o 50 años atrás.

¿Qué le parece este reconocimiento? ¿Está contenta? 

Sí. Me ha sorprendido porque no se si me lo merezco. Yo soy una mujer sencilla que no estoy acostumbrado a este tipo de reconocimientos, pero si reconocer a mujeres artesanas sirve para que se despierte el interés en la gente joven, pues lo doy por bien empleado. Desde aquí quiero dar las gracias a toda la gente de la concejalía y el ayuntamiento por el reconocimiento que han realizado a las mujeres artesanas, que muchas veces somos grandes olvidadas.

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