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El mejor de los regalos de estas Navidades en Canarias: que lo que más brille sea tu mirada

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La calidad del tiempo se mide en el entusiasmo y pasión que empleamos durante el mismo, y si este lo compartimos con gente que juega un papel fundamental en nuestra vida, entonces, el amor ha de brotar y las miradas abrazarse para calentar más estas Navidades.

Es la interacción con los demás lo que nos hace sentir vivos, es la benevolencia y la afección lo que desarrollamos cuando compartimos momentos con personas en las que nos vemos reflejadas de alguna manera y que nos lleva a estrechar un bonito vínculo con ellas. Son sus valores, su ilusión por seguir remando en este río llamado vida, lo que despierta en estas mentes un sentimiento de alegría, placer y sobre todo AMOR.

Llega una época del año, donde las emociones salen a flor de piel y un corazón que late de forma frenética, eludiendo a todos y cada uno de nosotros a refugiarnos entre los nuestros, aquellos con los que nos sentimos “en casa”.

Sentirse parte de una familia es quizás el mayor tesoro para todos nosotros, un pilar donde hemos aprendido tanto y donde hemos ido forjando la persona adulta que hoy en día somos. Son y son esas palabras de aliento las que nos ayudaron a levantarnos, incluso si la fuerza de la gravedad no nos dejó alguna vez despegar. Son los abrazos, besos y miradas de nuestras madres los regalos que nos ayudaron a ver la vida como un volcán activo lleno de energía y cuya evolución es un no parar. Son los abrazos, besos, voces decisivas y firmas de nuestros padres, como una oleada de agua pura del Atlántico lo que nos despejó la mente para adentrarnos en cada obstáculo con fuerzas y esperanzas. Son los juegos, el compartir, las peleas y las sonrisas pícaras de nuestros hermanos de las que fuimos aprendiendo a desenvolvernos mejor cuando saliésemos de casa y pisásemos terrenos con personas que de sangre o no han llegado a convertirse en una pieza más de un puzle que vamos construyendo desde que inhalamos el primer suspiro.

Y es que, la esencia de cada persona, incluida la tuya, es lo que llena los corazones en unas cálidas y hermosas navidades. Y en este momento donde la sonrisa se esconde, las miradas han de brillar más que nunca, y un par de lágrimas de felicidad y emoción son la muestra de que estos dos luceros son el espejo del alma, un alma que se ilumina cuando convertimos la tristeza de otros en esperanza.

Vamos a llenar, por tanto, estos corazones en Navidad, y si llenamos los centros comerciales que sea para compartir un café con aquellos que más queremos. Y acuérdate de centrar la mirada en la persona con la que estés en ese preciso momento, antes de que se pierda entre regalos materiales sujetos a una fecha de caducidad o a pantallas cuya luz es artificial y no tan real como la mirada.

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