Si te enamoras, pintas con los dedos golpes secos contra tu pierna, contra la mesa donde escribes los latidos de un corazón que han encontrado un camino a través de la tinta.

Bailan tus manos y tus pies apuntan como flecha de Cupido hacia un mar de estrellas que, a tus ojos, luz de auroras, traen el dulce destello de una noche de verano.

Un cuerpo enamorado se arriesga a perder el viento huracanado y de exuberante pasión que le empuja, como a la cometa, hacia un horizonte donde el sol corre el riesgo de desvanecer cualquier noche. 

El amor es el sentimiento que a la guitarra le da vida, es el movimiento de los dedos sobre unas cuerdas que despiertan en tu pecho el pájaro ávido que en un suspiro abandona el nido y comienza a rociar al mundo con la belleza de sus alas, con un canto enternecido.